miércoles, 2 de diciembre de 2009

Haiku

por Federico Merea


Hostigado por los cronistas, al cuevero central número 2 no le dejan otra alternativa que hacer declaraciones a segundos de haber terminado el juego. Jadeando y secándose el sudor de la cara con las mangas de la camiseta, para quedar más presentable en cámara, nos entrega este haiku:

Jugamos mal
pusimos mucho huevo
lo dimos vuelta

viernes, 6 de noviembre de 2009

Descifrado

por Guillermo Meza
¡¡¡¡¡Síííííííí!!!!! Después de tres semanas de arduo trabajo, nuestros científicos lograron descifrar el encriptado mensaje que dio Maradona luego del partido Argentina-Uruguay.


Falta resolver que quiso decir con: " La tenés adentro", y el ya clásico, "Se te escapó la tortuga".

sábado, 31 de octubre de 2009

De visita en La Feliz (Rosario)

Por Daniel A. Liñares

Esto fue la semana pasada cuando jugó Independiente contra Central en Rosario. Yo había ido para allá por motivos que por suerte (sobre todo por el resultado del cotejo) nada tenían que ver con el fútbol, así que estaba medio en otra.
Pero el partido lo vi. Fue medio cualquiera. Parando en el departamento del padre que se fue de viaje de una amiga, a la noche, lleno de gente amiga, todos en otra, siendo felices por el hecho de reunirse, y yo, casi un inadaptado, tirado en la cama matrimonial mirando el partido por canal 7. Había empezado un poco más abajo la cosa: Mirando el partido yo solo en el living lleno de personas a las que el partido no les interesaba tanto como escuchar música (siendo que la música había que ponerla en el reproductor de devedé y escucharla por los parlantes de la tele). Afortunadamente me di cuenta del desequilibrio y propuse a la hija del dueño del departamente buscar una solución, buscar una alternativa. Por internet se ve entrecortado. Pintó la pieza. Durante el partido, cada tanto me evado de mi inexorable destino futbolero y me asomo a la cocina, donde se está cocinando (yo me había ofrecido para secundar la cocción, ofrecimiento que decliné), a ver de qué va la vida de los no televidentes. Daba la impresión de que se estaban comunicando entre ellos. Era lindo verlos. Perdímos nomás, como en la guerra, 2 a 0. Lo positivo que se puede rescatar es que Central es competidor directo de Racing por el descenso, un pobre pero consuelo al fin. Y en lo pragmático, recordando cómo el resultado de cada partido que el Rojo juega y cómo lo juega incíde en el ánimo de la gente de mi barrio, caí en la cuenta de que el resultado me favorecía: Estaba en una ciudad más feliz. Y a la noche pintaba salir...
Eso fue el viernes. Creo que al otro día o al día siguiente jugó Newell’s contra no me acuerdo quién. El sábado. Y también lo vi. Pero de otra manera, más de local, más hinchando por el equipo de la ciudad. Y también en otras circunstancias: En un entretiempo, no en el medio de la farra. Lo vi tirado en el sillón del living, habiéndome asegurado una cerveza para cada tiempo, con la ventana abierta para que el humo del pucho no invadiera el ambiente. Las demás personas que estaban anoche estaban distribuidas por la ciudad de manera amorosa. En una pieza del departamento había una pareja de amigos retozando. Se me cruzó por la mente la idea de que ver el partido de Independiente y Central no había sido una buena elección —pero esto lo pensé porque perdimos—. No me acuerdo ahora bien el desarrollo del partido. Pero me acuerdo que hubo un gol de Newell’s. Lo festejé con puño cerrado, pegándole a un globo imaginario de cumpleaños que flotaba por ahí. Y no va que siento gritos de gol asomados a las ventanas de los departamentos y desde la calle, como cuando yo vivía en un departamento en Avellaneda Centro, o como cuando tenés un vecino que es muy hincha de Boca. Muchas voces a destiempo llenando el aire de la noche. Y vi la ventana abierta, y me asomé como un lobo para gritarle a la luna, pero para gritarle, yo también, hermanado en mi grito, el gol a la noche. Fue un momento muy lindo. Pensé que los hinchas de Newell’s eran más bochincheros, menos “amargos” que los de Central; pero alguien me hizo notar que los de Central habían jugado de local (y por ende habían tenido más posibilidades de ir a verlo a la cancha) y los de Newell’s, jugando de visitantes afuera de su ciudad, habían tenido que refugiarse ante el brillo de los diversos televisores de Rosario, con lo cual su grito estaba más distribuido por la ciudad. Lo cual no quitaba que el grito de gol de un equipo que se pone puntero conlleva más entusiasmo que el grito de un equipo que pelea el descenso. Después me di cuenta de que ese gol que yo había gritado había sido ingeniosamente ilícito, de un bilardismo nunca visto. Pero bueno, Newell’s ganó, y era sábado y pintaba salir a la noche de una ciudad 100% feliz.

jueves, 29 de octubre de 2009

Televisión pública, televidente privado

Por Daniel A. Liñares

Era la reinauguración del Estadio Ricardo Enrique Bochini. Y yo, entre arreglar el lavarropas y la tele, había optado por el lavarropas. Y el hombre es un animal de costumbres, dicen algunos, así que me hice cargo de la premisa, y si bien (a impulso de Andrés) había vuelto a volver a ir a la cancha en las últimas fechas de local en Lanús, como ahora no soy socio y sin ser socio no había entrada, decidí ir a ver el partido por la tele adonde voy por default, al club del barrio, al Estrella de Etchenagucía, en la República de Gerli, tierra roja. Recuerdo un partido contra Boca que vimos ahí con Fernando, el salón lleno de hinchas de ambos equipos, con banderas, cantando y todo, toda una sucursal de las populares era. El partido lo perdimos, pero la experiencia fue divina, folklórica podría decir alguien de quien no sabría qué pensar.
Y llegué y en el buffet del club no había un alma.
Ale salió con su sonrisa de siempre desde atrás de la barra y me saludó: “Con Carlos ya nos estábamos extrañando de que no hayas venido”. (Recuerdo una vez hace bastante tiempo, buscando con Fer como locos un puto lugar donde ver el partido y el club por aquel entonces no tenía codificado; con Fer lo persuadimos a Carlos de que convenía económicamente al buffet el codificado, que se iba a poner de gente. Y lo conseguimos. Y tuvimos razón: se puso de gente. Aquella vez contra Boca no me la olvido más. Que lindo los partidos contra Boca, son lo mejor del campeonato, esté donde uno esté.)
La cerveza reglamentaria para el primer tiempo y la televisación, que —como era de suponerse— enfocaba parcialmente el estadio, tratando de evitar que salgan en la toma las partes no terminadas de la obra, prestando más atención a esa premisa que al mejor enfoque del juego. Diera la sensación de que los carteles de propaganda fue lo primero que terminaron del estadio. Y ver salir a los jugadores alzando trofeos que ellos no ganaron me dio vergüenza ajena. ¿Dónde estaba el Bocha, que él fue el que los ganó? Estaba el Pepé. Fenómeno. Un maestro. ¿Y Bertoni? ¿Y el Burru? ¿Maranga? ¿Tengo que seguir nombrando? Estaba Islas. Santoro e Islas... Sólo faltaban Pereyra, Vargas y Mondragón, con el diverso respeto que me merecen.
Lo rojo de las redes aportó una cuota de vacilación: tuve que esperar que el relator confirmara con su grito de gol lo que yo no supe si era que la pelota movía la red desde adentro o desde afuera del arco. Después en el gol de Colón me pasó lo mismo. Justo unos muchachos terminaban de jugar un partido en la cancha de papi del club —o sea que en ese momento eran menos virtuales que yo, por no decir más reales—, y entonces no fue sólo la percepción mía la víctima de esa ambigüedad: A primera vista no se sabía (le dio con un caño) adónde había ido a parar la pelota, parecía que a la mierda. Y no, la puso todavía más ajustada que Román la otra vez, que parecía que más ajustada no se podía. Y sí, se pudo.
Con cada repetición el comentarista siente la necesidad innecesaria de dar su veredicto, y yo me pregunto qué necesidad hay, si estamos viendo lo mismo, que no me quiera chamuyar con algo de lo que ni siquiera él está seguro. Lo cierto es que a Colón no le cobraron un puto foul.
En el entretiempo, la bandera de la hinchada del rojo daba vergüenza, tuve que admitirlo ante un comentario oportuno: llena de propaganda. No basta con la publicidad en el pecho, y también en la manga y en los pantalones: también la bandera de la hinchada es lícita de recibir un “Disponible para publicidad”. Me golpeé la cabeza a los cuatro años de edad, y desde entonces veo el futuro (inmediato): Me imagino el carnet del club con propaganda. Y que para hacerte hincha del Rojo tengas que tatuarte una marca de gaseosa en la frente, pero sé que ahí ya me estoy yendo al carajo.
Las caras de los cien hinchas en cada camiseta de los jugadores del Rojo también tenía cierto sabor a mierda. Además, se sabe: ¿Quién puede gastar mil mangos en una pelotudez semejante? Los más garcas. Así que los mil hinchas de Independiente más garcas quedarán en la historia del club.
En fin. Cuando terminó el partido eramos dos los que lo estábamos viendo el partido en el Estrella. Los dos de rojo. Y no me digan que estaban todos en la cancha. La cancha estaba llena. Llena de socios. Y los clubes de barrio estaban vacíos y la gente cada una en su casa. Un gobierno pseudo-progresista debería replantearse la cuestión. Eso o pagarme el arreglo de la tele.
Qué jugador Piatti.

viernes, 16 de octubre de 2009

Que la chupen (y que la sigan chupando)

por Mariano Fiszman

El gran talento de jugador de Maradona todavía brilla a veces en las chispas que salen de su boca. Su arte nos sigue conmoviendo, aunque ya lejos de la magia unificadora de su fútbol con el tiempo haya empezado a aparecer en sus palabras y sus gestos. Hablo de esas frases en las que un gran poder de síntesis reúne verdad, sentimiento, precisión y gracia, y que pronto se transforman en proverbios populares. Son imágenes sencillas que entran rápido y perduran. Muchas veces ni siquiera son inventos de él, sino joyas que estaban a la vista y a la vez ocultas en la lengua, pepas que su boca capta y nos transmite, ¿o el poeta hace otra cosa? (Boca sucia, puede ser, pero sabemos que las malas palabras no existen.) Forman parte de nuestro lenguaje, como algunos versos de canciones populares, algunas máximas peronistas y los latiguillos de nuestros mejores cómicos. Su histrionismo también influye, sino vean con cuánta gracia canyengue suelta ese "vos también la tenés adentro", alza las cejas y toma un trago de la botellita de agua, todo en un segundo. También influye, claro, que cada cosa que él dice y hace es difundida hasta el hartazgo (nuestro y de él, nunca de los medios, que siempre ganaron plata con Maradona), pero eso no alcanza para explicar la empatía. Ahí hay talento y amor.
Creo que más allá del absurdo bombardeo mediático, y a pesar o gracias al escándalo que parece provocarles esta frase a personas y grupos de poder a los que en cambio no los inmuta ninguna de las crueldades que nos lastiman a nosotros, y para quienes cada asomo de justicia siempre es un exabrupto imperdonable o una grosería, "Que la chupen (y que la sigan chupando)" va a seguir ese camino de ida al corazón del lenguaje argentino.

jueves, 15 de octubre de 2009

Divina justicia, corazón contento

Por Daniel A. Liñares.

¿Es justo que Argentina esté dentro del mundial? A quién de nosotros le importa eso ahora, ¿no?
Nosotros nos lo merecíamos, por futboleros y porque, estadísticamente, al tener mayor cantidad de habitantes nuestro país que Ecuador y Uruguay, hoy en el mundo hay más gente feliz. Pero anoche, durante el partido, quedó claro que, al menos un par de jugadores, no lo merecían.
Messi no se lo merecía. Me dicen que hay que verlo jugar en el fútbol europeo; yo digo que en el fútbol europeo triunfa cualquiera que no tenga corazón. Las eliminatorias no deberíamos jugarlas con jugadores extranjeros en nuestra selección, conviene poner jugadores que conozcan el paño del fútbol sudamericano. Un jugador que no te canta el himno, ¡y que no festeja los goles de su propio equipo si no los convierte él!, una persona con ese egoísmo no sólo la quiero fuera de la selección de mi país, si no también en el fútbol europeo, que no miro ni me gusta. Que se siga haciendo millonario lejos de nosotros.
Maradona sí se lo merecía. Porque es él, porque es Maradona. Así de simple. Y porque el Barba le dio la posibilidad de bastardear a esas moscas en nuestros oídos que son los periodistas deportivos. Esa es la mayor de las justicias que se dieron anoche. Y estuvo divina.
De los últimos mundiales, en los que llegamos como serios candidatos al título, peor nos iba; mientras que Brasil, entrando por la puerta de atrás al mundial y jugando un fútbol pobre la primera fase, salía múltiple campeón.
Esta vez, como en el ’85, como en el ’93, los que entramos por la puerta de atrás somos nosotros. Diego dice que sabe cómo cagar un mundial. ¿Tendrá que ver con esto, con no brillar, con no destacarse en la previa, como cuando uno juega a las bolitas y el primer partido va para atrás para la partida siguiente jugarla por la bolita?

Y chupe, chupe, chupe, no deje de chupar...

por Fernando Aíta

Algunas observaciones después de Argentina - Uruguay: 1- Vamos a jugar el Mundial 2010; casi seguro nos toca la Zona de la Muerte. 2- Maradona es más bilardista que Bilardo (cuya aparición con capucha en la boca del túnel refuerza el misticismo de este equipo): arrancamos con cuatro marcadores centrales, Jonás de 4 adelantado, doble 5 Verón y Masche, yendo y viniendo Di María, arriba Higuaín y Messi (inadvertido). 3- Los cambios fueron consecuentes: Monzón por Di María para sumar un 3 a la defensa, Bolatti (otro ingresante que mete el gol de la victoria) por el Pipita para conseguir el triple 5, y Tévez por Messi por nacionalismo. 4- La Selección ganó en el Centenario de Montevideo después de veintipico de años, y suma dos triunfos consecutivos (tres contando el amistoso con Ghana). 5- Jugamos espantosamente (con inteligencia y coraje, se dijo después) contra un rival tan malo como nosotros. 6- Messi no canta el himno ni festeja los goles (que no mete él): no hace falta que gane un partido él solo, pero en 80 minutos podría parar la pelota y dar bien un pase, demostrar que si no tiene sangre por lo menos toma mucho gueitoréi, o hacer un poquito de banco. 7- Los jugadores cantaron contra los periodistas, justo antes de hacer las notas desde el campo de juego: Verón es el modelo de serenidad y juicio, así como Bielsa es el modelo de buen profesional y ciudadano (felicitaciones, Marcelo). 8- El enojo de Diego se interpreta como otro exabrupto del poder del gobierno: se tienden analogías recurrentes entre lo que pasa en "otros ámbitos de la realidad del país" y la Selección Nacional. 9- A los periodistas los seduce la forma fálica de los micrófonos y no tienen capacidad de autocrítica. 10- Ahora parece que habrá tiempo de trabajar con calma para llegar de la mejor forma a la Copa del Mundo, y si Diego mantiene su relación tan fluída con ese misterioso sujeto apodado El Barba, tenemos chances de llegar muy lejos.


Mural en Bv. Oroño a la entrada de Rosario.

sábado, 3 de octubre de 2009

Fútbol desde la tribuna

por Fernando Aíta

El viernes, gracias a la insistencia de Pez y Daniel, volví a la cancha.

Nos juntamos siete y algo en Gerli para la previa (qué lindo sería poder brindar en la tribuna), a las ocho nos tomamos el 446 y media hora después estábamos, como muchos otros hinchas del Rojo, caminando por el familiar barrio de Lanús. Hay una luna redonda como una pelota y los murciélagos revolotean de alegría.

Todavía teníamos que sacar entrada: esto es, hacer cola y dialogar con los muchachos de la barra: Dame la plata que yo te la saco, Sale 40 pero yo te hago entrar por 30, me pagás adentro, Yo te la vendo a 30 y te ahorrás la cola, ¿No me habilitás dos pe pa' la entrada, pa? y otras propuestas poco tentadoras. Escuché la palabra "amigo" como treinta veces (¿será un efecto colateral de Féisbuc?)


Ay, ay, ay, ay,
la que se coge a la Guardia Imperial.



Sacamos una entrada de 30 para ir a una cabecera. Nunca había ido al estadio Granate: el campo en buenas condiciones, tiene el pasto con líneas diagonales, como marcando los pases en cortada. En nuestra popular hay bastantes familias (un perro contento), pibes con la novia, padres e hijos. Se ve bien. La hichada está en el arco de enfrente, disfrutamos cómodamente de los colores y el aliento: llega el olor a pólvora de los cohetes, el tun tun imparable de los tambores y la alegría de las trompetas fraseras.

El Rojo sale de blanco; Tigre acompañado de silbidos (y la mímica de un puñado de hinchas).

Vos nos sos de Tigre:
sos de Boca o de River.

No logro recordar cuándo fue la última vez que había ido a la cancha, pero sin duda no había tantos celulares, ni gente sacándose fotos.

El equipo del Tolo sale a manejar la pelota y buscar. Pero la primera clara es del visitante: uno engancha y patea de lejos; bien Gabbarini. Primera obviedad: en la cancha ves lo que pasa en todo el campo de juego, no sólo los alrededores de la pelota.

Independiente es un equipo lo que se dice corto (30, 40 metros entre Matheu y Silvera) con buenos cambios de frente y voluntad de toque. Tigre manda a Lázaro y Luna contra los centrales, suma alguno para que le bajen un bochazo, y juega rápido de contra. Le funciona, a los 15' la pelota le llega a Luna mano a mano con Matheu; engancha y pasa, y en el área la abre de chanfle y la clava en el ángulo. Lindo gol.

Hoy hay que ganar.
Hoy hay que ganar.
Hoy hay que ganar, Independiente.
Hoy hay que ganar.

Por suerte, a los tres minutos, tiro libre para el Rojo cerca de la medialuna. Mareque la pisa y Acevedo (para inaugurar una racha de goles de pelota parada, espero) le pega un chutazo bajo que cruza la barrera y entra. Gritos, abrazos y afonía.

Después el partido se pone áspero, trabado, pocas claras para los dos. Segunda obviedad: en la cancha hay suspiros, gritos, puteadas, uuuhhhs, espontáneos y multitudinarios; la localía ayuda al referí a cobrar; no hay juicios de relatores y comentaristas. La Voz del Estadio le pide al propietario de un 147 blanco que lo corra, que un vecino quiere entrar a su casa.

El primer tiempo termina con un tiro libre del Matador que pintaba para centro, se cerró y dio en la parte de arriba del travesaños: ojo, Gabbarini.

A sentarse. Refresca. La Voz del Estadio anuncia que el hincha más grande del país es del Rojo: Miguel Ángel Parodi nació en 1900 (cuatro años antes que el club) y a los 109 está mirando este partido.

Hoy hay que ganar.
Hoy hay que ganar.

Segundo tiempo: entra el Pelado y renueva la esperanza. La terna arbitral se cambió la ropa. El Rojo sale enchufado. Tigre se cuida y faulea bastante.

Cinco minutos. Córner. Nos ponemos de pie. El centro va al punto del penal, la pelota queda picando y Matheu la manda adentro de cabeza. Delirio, abrazos, gritos dementes.

Y dale, y dale, y dale, Rojo, dale.

El Rojo empieza a jugar mejor, pero el árbitro nos cobra todas las pelotas divididas en contra, y los de Cagna nos cagan a centros. Tercera obviedad: en la cancha no hay repetición; las cosas son o no son, y la sensación perdura.

Furchi, hijo de puta,
la puta que te parió.
Bis.

Nos comemos un par de contras con Piatti y Gandín: hay que definirlo, muchachos. Entra Morel y Tigre arrima peligro. Va Pusineri por Silvera (¿por qué, Tolo?) pero a los 10' se va expulsado por doble amarilla: joya, no va a poder entrar contra River. Y entra, tarde el Pato Rodríguez, que se embarulla y se pierde un par de contras.

Sufrimos bastante con los centros que nos tiran, pero la defensa se aploma. Y a los 48, Furchi lo termina. Festejo final. Aplausos. Y anticipo:

Que el domingo, cueste lo que cueste,
que el domingo tenemos que ganar.


martes, 15 de septiembre de 2009

J. y el campeonato

por Mariano Fiszman

Para J. este campeonato es raro. No sabe bien con que táctica encararlo. Ya probó de ver la tele ocho horas seguidas y le quedaron los ojos picándole y rojos, y al final sufría como falta de equilibrio. Sobre el cuerpo extenso y lacio de esos días sólo quedaron marcadas sus salidas al baño o a la cocina y el registro rápido de las variaciones de la luz que entraba por la ventana en cada uno de esos viajes de veinte pasos: el brillo alegre y femenino del sol de las dos, el turquesa apacible del cielo de las seis (ida con cenicero lleno y vuelta con pava y mate y bolsita de galletas), la oscuridad inevitable del final. Después del último pitazo se metió abajo de la ducha, puso Buscar Jugadas en su cabeza y encontró un archivo flaco y forzado.
Pasó otra fecha, y otra, y otra, y J. fue cambiando de sistema, como un técnico moderno al que no se le dan los resultados. Decidió elegir un partido por día y ver el resto de los goles sueltos, pero los partidos que eligió eran horribles. Volvió al bar pensando que lo que le faltaba era ambiente, pero el bar estaba muerto, los partidos eran igual de malos y esa tele alta le hacía doler de vuelta el cuello. Este fin de semana decidió quedarse y ver pedazos sueltos, diez o quince minutos, un segundo tiempo, un poco de cada uno para hacerse una idea general.
Si a alguien quiere saber qué idea se hizo, J. le dice que el campeonato es cada vez peor, que los jugadores son malísimos, y se enardece como un político mitrista pidiendo que vuelvan a secuestrar los partidos para no tener que verlos. Dice que este fútbol, como algunas mujeres, sólo era atractivo por no poder tenerlo, y que sin el maquillaje, los vestidos y las joyas con que lo adornaban en Fútbol de Primera no calienta a nadie. Y ojo, dice, que el fútbol argentino se muere o mejor dicho lo matan, este es el anteúltimo paso en la solución final y no ir al mundial va a ser el último, y más: que las peleas entre las mujeres que tienen el poder del país sólo son la fachada de un plan de conchas para terminar con nuestro fútbol.
Cuando se calma enciende otro cigarrillo y después de un par de pitadas, como el humo que vuelve a llenarle el pecho, le vuelve el hincha al cuerpo y tira: por lo que vi, el campeón no sale de Velez o Estudiantes, son los únicos que tienen algo y que se la juegan. Y con la autoridad que le dan los pedazos de partidos que vio habla de los uruguayos de Banfield, del cinco de Independiente, del diez de Atlético Tucumán, de los arqueros, de los réferis, de las hinchadas, y mientras traga humo sigue pensando una táctica para el fin de semana que viene.

martes, 8 de septiembre de 2009

Maradona es el técnico de la Selección Nacional

Comienza a cuestionarse con cierto fervor la figura de Maradona como técnico.
El exitismo en el pensamiento/sentimiento futbolístico es un elemento de primer orden. Ese exitismo que hace sólo unos meses nos hizo sentir que el Diego, por sus logros deportivos, tenía que ser el técnico de la Selección, ese mismo exitismo nos lleva hoy a señalarlo como responsable de las derrotas del selectivo nacional.
Que reconvoque a Verón, es injuriante para mi discutible sentir futbolero. Que la cosa loca con Román, ni hablar.
Pero lo que no debemos perder de vista es que Maradona, Diego Armando Maradona, realmente merecía y merece —pero no sé si volverá a merecer, como le pasó al Coco— el puesto de Director Técnico de la Selección Nacional, por todo lo que nos dio. Por todo lo que nos dio y por todo lo que le sacamos. Si el decidió tomar su chance de dirigir el seleccionado con una ínfima experiencia previa como técnico, es decisión suya. El eligió que era ahora y nosotros debemos —le debemos— bancarlo. Hasta las últimas consecuencias. (Con Basile también teníamos que haber hecho eso, también se lo debíamos, pero bueno...)
Además quizá por algo eligió que sea así, que sea en este momento... Quizá si hubiese tenido más trayectoria como técnico ni siquiera...

martes, 1 de septiembre de 2009

Fútbol espectáculo

por Fernando Aíta

Los cambios en la televisación del campeonato local me hicieron notar varios detalles relacionados con fútbol, medios y publicidad.

Alguien tiene que poner la tarasca, no hay duda. El problema es cuando el dueño de la pelota quiere ser por eso la figura del partido.

Percibí que las camisetas (incluídas las de la terna arbitral) van dedicando más espacio a espónsores y de aquí a poco se van parecer a los mamelucos que usan los pilotos de TC.

Boca estrenó las mangas de su casaca dándole espacio a Unicef, una marca de gran aceptación, para que los hinchas no tomaran a mal la novedad (Barcelona hace lo mismo). Pero no le renovó el contrato gratis a la causa de los niños: le cobró quienientos mil mangos a “Total”. El hincha no se queja. (Unos pocos socios xeneixes hicieron una protesta por los colores rojo y blanco del logo sobre la franja amarilla).

Atlético de Tucumán (que hizo un buen partido, enrarecido y algo épico frente al C. A. I.: se puso en ventaja, le echaron a uno, se lo dieron vuelta, le echaron a otro, lo empató y terminó perdiendo 4 a 2, con orgullo) tiene dos espónsor en el pecho, dos en la espalda, y uno en las mangas y el pantalón. El rojo lleva uno en las mangas y otro para el pecho y la espalda (donde podría ir el nombre de un jugador dice Motomel; mismo auspiciante de Huracán y Ñuls), por lo menos en blanco y rojo, una coherencia estética. Algunos referís tienen un bingo, la marca de la pilcha y el gremio al que pertenecen.

Estamos acostumbrados a que un báner ocupe un tercio de pantalla o cope el audio (ahora vienen siendo anuncios de seguridad vial del gobierno) y a los carteles que irrumpen en una esquina con la programación del canal.

También nos habituamos a los carteles alrededor del campo de juego, que muchas veces brillan y se mueven más que los jugadores (en la cancha de Lanús, de Huracán y de Racing -las tres que alquila el rojo- hay de los luminosos digitales).

Otro de los últimos avances tecnológicos son los escudos de los equipos y el resultado del encuentro que se proyectan sobre el verde césped, la distancia de la barrera y el trayecto del balón que aparecen fantasmales sobre el campo. Esa tecnología no está desarrollada para eso, para informar al televidente. En torneos internacionales, sobre el círculo central, sabe aparecer la marca de la copa. No te extrañe en unos años ver a un maduro Carlos Tévez (andá a saber con qué colores) gambeteando sobre un logo (se asimilan cada vez más el fútbol real y el virtual, el de la pléi).

No voy a entrar en las implicancias económicas o políticas de la relación AFA- Estado: no sabemos cuál es el costo de disfrutar de tanto fútbol, pero sí sabemos que puede traer cambios positivos en la forma en que sigamos el campeonato.

Por lo pronto se acabaron las televisaciones de tribunas. TyC y Fox ofrecen el Nacional B, Súper 8 (o fútbol senior), Showball (alias fútbol de salón). Y hace poco apareció un cartel en la vía pública: ¿De qué equipo europeo sos hincha? De ninguno. Me gustan los que juegan bien, o donde hay argentinos, disfruto los goles, pero me chupan un huevo.

En contraste con el fútbol de Europa y la Sudamericana, los muchos pedazos de los varios partidos que vi en las primeras dos fechas del torneo local parecían de otra época. Se enfoca principalmente lo que pasa en el juego, que puede resultar apasionante o monótono (como los relatos de una austeridad soviética): lo que hacen los jugadores con la pelota tiene su propio ritmo, depende de los protagonistas y no de un bombardeo de estímulos.

Creo que en un futuro no muy remoto veremos un fútbol europeo ostentando sus millones de estrellas y un fútbol local devaluado, como el de Honduras. Me imagino a todos los cracks migrando. Y me veo a los 40 con la camiseta del rojo, jugando unos minutos por partido, un añito, un campeonato largo. Y en el verano un partido despedida con glorias históricas y un gran asado con achuras.

viernes, 28 de agosto de 2009

Para ganarle a Brasil


Según el amigo Gustavo Gorzalczany, estas son las reformas que se están haciendo en la cancha de Central para ganarle a Brasil.
Nosotros me imagino que pateamos hacia la derecha de su pantalla, señora.

miércoles, 12 de agosto de 2009

Dale campeón



Muchachos, ¿a qué no saben por quién voy a hinchar este campeonato?

jueves, 6 de agosto de 2009

Día de entrenamiento

por Alejandro Güerri

El otro día, por primera vez desde la secundaria, hice entrenamiento de fútbol. El recuerdo de mis días de uniforme de gimnasia es irreproducible de tan borroso. La épica del viernes pasado (empezar a entrenar a los 30 y 40) quiero resumirla en un par de momentos.

Un picado a dos toques. Lejos del sintético y la piedra número cuatro, la cosa era parar la pelota grande, levantar la cabeza y tocar. Después moverse a buscar el hueco y lo mismo.

Circuito de ejercicios con piques cortos a modo de intervalo. La onda, me parece, era practicar los movimientos y las formas de correr en un partido de fútbol.

Como souvenir, me llevé esta foto imaginaria. Un grupo de amigos, fanáticos del fútbol, corriendo dispersos alrededor de una plaza.

sábado, 1 de agosto de 2009

El Pato


Por Lucas

miércoles, 29 de julio de 2009

Independiente-Juventus, 1973

Muchachos
Estuve viendo el video de la famosa final entre Independiente y Juventus. A ver si se los puedo pasar:
http://www.youtube.com/watch?v=TNHyGVyqXI0
Por l que se v ahí teclado de mierda el Rojo se aferró al cero y en una jugada mágica increíble, como la de Cani en el 90, donde también nos recagaron a pelotazos, supo ganar el partido.
Grande Bocha.
Y por ahí también está el uno a cero al Liverpool en el 84. Es enormemente clarificador.

Mariano

martes, 21 de julio de 2009

¡Gracias, Maestro! (Siempre y por siempre)

Por Daniel A. Liñares

El domingo al mediodía se disputó un partido en el que participaron jugadores retirados de Boca e Independiente.

Por Independiente jugaron, además del Maestro, entre otros, el Loco Enrique, Perico Pérez (dos de los que más ganas tenían, protestaban al referí y todo), Mandinga Percudani, Merlini. Notorias ausencias: Básicamente, el resto del mediocampo de aquel equipo del ’84: El Burru, Maranga, el Gringo; y el Negro Clausen y Trossero y Villaverde. En vez del Burru, estaba la Chancha Mazzoni...

Por Boca participaron, entre otros, Hrabina, Walter Pico (dos con muchas ganas también), el Chino Tapia —¡Qué jugador, señores, por favor!—, Graciani; en el segundo tiempo entró el Manteca Martínez, que vivió en offside, y creo que debe haber sido la primera vez en su vida que no convierte goles contra el Rojo. La ausencia más notoria por el lado de Boca fue la del Loco Gatti, estando Vivaldo en su lugar.

El partido terminó ganado por Boca 2 a 0, con goles de Graciani y Tilger. Lo arrancó mejor Boca el partido, pero a los 10 minutos ya era todo del Rojo: el Rojo había ganado el medio. Minutos antes de que termine el 1º tiempo, el primer gol de Boca: desborde de Pico por la izquierda y centro atrás a los pies de Graciani que no pudo resolver de una, pero el rebote le volvió a dejar la pelota en los pies y la mandó adentro. Gol de goleador. Como era un partido eliminatorio, en el 2º tiempo el Rojo se fue con todo al ataque y quedó descompensado abajo, Boca metió uno más y podría haber metido dos más también en ese segundo tiempo.

Pero pasemos a lo importante. Para un hincha de Independiente como yo, de 33 años, era un evento imperdible: Jugaba el Bocha, el Maestro, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Había colgada del alambrado una bandera que era fiel reflejo de la emoción de todos los del Rojo: “Gracias Dios por hacer que el Bocha juegue por siempre”, en clara alusión a aquel cantito de la hinchada en el cual, basándose en una melodía de León Gieco, le pedíamos eso a Dios: Que el Bocha juegue para siempre. El hincha de Independiente, en ese sentido, tiene algo que ningún otro club tiene. Recuerdo que cuando el Bocha se retiró de las canchas, allá por el ’91, me di cuenta de que yo no era hincha del Rojo: Había estado siendo hincha de Ricardo Bochini.

El Maestro tiene como 55 años, nunca fue de correr y el domingo no fue la excepción. Por momentos no participaba del juego tanto como hubiésemos querido. Pero es el Bocha. Y el Bocha es el Bocha. Así como todos los hombres son mortales y Sócrates es un hombre y por ende mortal, el Bocha es el Bocha. Y el Bocha hizo de las suyas.

En el primer tiempo sobre todo. En una desborda por la derecha y le hace un caño a Hrabina monumental, el jugador de Boca quedó marcando al banderín del corner mientras el Bocha se iba con su pelota, lo dejó pagando como lo dejó —creo que fue a él, precisamente— pagando aquel partido de la fecha 29 del Campeonato 88/89 (uno de los últimos torneos largos, campeón el Rojo) en la Bombonera, en el segundo gol, de Alfaro Moreno, la mismo tarde que el Bocha había hecho el primero saltando a Navarro Montoya, la pelota entró rodando al arco bostero y apenas tocó la red, así eran los goles que el Bocha le hacía a Boca.

Y gracias a Dios tuvimos oportunidad de ver lo suyo, “la Gran Bocha”: Independiente tenía la pelota en el medio pero con dificultad, Boca presionaba bien y faltaba una uña para que robara esa pelota que quemaba. Perico se la pasa al Bocha y claro, Percudani ya sabe. Entonces, cuando Perico da el pase, Mandinga piensa para sí mismo: “Yo me voy a quedar mano a mano con el arquero”. Y así fue, cuando la pelota llegó a los pies del Bocha, el Bocha ya había visto todo, no le duró ni un segundo la pelota en los pies, ya había partido el pase gol que recibió Mandinga Percudani que ya había picado al vacío porque se la veía venir. Estaba para una corrida como la de la final de la Intercontinental del ’84: Ningún defensor entre él y el arquero, pero como a 25 metros del arco. El estado físico no es el mismo y Hrabina pudo recuperarse y tocarle la pelota desde atrás cuando el goleador rojo ya estaba por sacar su remate. Igual el hincha del Rojo ya había visto lo que quería, lo que necesitaba: El Fútbol del Bocha. ¡Gracias, Maestro! ¡Gracias, Pa!

viernes, 17 de julio de 2009

La Plata, la plata y otros favoritismos

por Alejandro Güerri

En una misma semana, los dos equipos de La Plata vivieron la agonía y la gloria. En la medición de logros, lo de Estudiantes gana por afano: dio vuelta un resultado de visitante, dejó sin nada a los brazucas, abarca un continente. No vi lo de Gimnasia pero por lo que leí y me contaron, salvarse así del descenso tiene algo heroico. Dos apuntes más: me sorprendió la faceta líder místico de Sabella, su calma y coherencia para responderle a un exaltado Tití. La otra es la dedicatoria de Verón: después de agradecer a sus familiares y amigos, siguió enumerando: “a los que me quieren, a los que no me quieren”.

“¿Por qué diversos motivos uno elige entre dos equipos de los cuáles no es hincha?”, preguntó Fede en Hincha del Fútbol y llegué a esto:
1 - Si el partido es entre equipos que no me importan (de otras ligas, de divisiones que no son la A), me hago hincha del más débil.
2 - Si el partido es entre equipos por los que tengo algún sentimiento, hincho por el quiero más.
3 - Si el partido lo juegan equipos que me dan lo mismo, pero el resultado incide en la suerte de mi equipo, hincho por el que me conviene que gane.
4 - Si es un partido entre un equipo argentino y uno extranjero, siempre quiere que gane el equipo argentino, salvo Boca.
5 - Si juega la Selección, soy de la Selección.

Esto me llevó a descubrir que hinché por Huracán en la última fecha por su buen fútbol y también porque lo consideraba el más débil de los dos. La rareza del clima y el afano que hubo en el partido, me hicieron caer en lo de siempre: “El fútbol es un negocio, está todo arreglado”. Muy probablemente sea así, pero eso ya lo sé. Entonces de qué me sorprendo cada vez que se reedita la historieta.

El miércoles pasado, en la final de la Libertadores, fui hincha del más débil en los papeles y pantallas de su computadora, señora, del equipo que ganó. Y festejé los goles y fui feliz. La victoria de Estudiantes volvió a poner las cosas en equilibrio en el cosmos de las sensaciones.

Hasta nuevo aviso.

miércoles, 15 de julio de 2009

La pelota rueda

Seppo Gisen tuvo una charla interesante con su discípulo Gessha: el mondo* de la pelota.
Un día que el anciano jugaba a la pelota, Gessha le preguntó:
—¿Por qué rueda la pelota?
—La pelota es libre. Es la verdadera libertad.
—¿Por qué?
—Porque es redonda. Puede rodar por todas partes, no importa en qué dirección, libremente.
Inconciente, natural, automáticamente.

* Un mondo es un diálogo breve sobre el modelo pregunta-respuesta.

En El cuenco y el bastón -120 cuentos zen-, de Taisen Deshimaru.

domingo, 12 de julio de 2009

Hincha del Fútbol

por Federico Merea

Estaba ilusionado, no voy a negarlo. Las elecciones alargaron la espera una semana y lo venía paladeando. Que el campeonato se defina entre los dos con posibilidades de campeonar no es habitual, un cometa Halley futbolístico que, está claro, pasa cada mucho tiempo. En mi experiencia lo más cercano es hace 15 años: Huracán-Independiente, 1994; el rojo lo despachó con un contundente 4-0. Poder disfrutar como hincha del fútbol era un excelente plan para el domingo.

Nos encontramos con los muchachos sin apuro. El boliche cerrado. Deambulamos hasta caer en un lugar al que jamás había ido: Restaurant Adann. Me siento como en la costa. Una especie de Pinamar con Mar de Ajó. Milanesa napolitana con papas fritas, vino con soda, cortadito.
La previa. “¿Este Montoya atajó todo el torneo?”. TV en vivo. La comunión de mucha gente viendo lo mismo al mismo tiempo. Que gane el mejor, si bien cuando empieza confirmo mi preferencia, el buen juego de Huracán…y la imagen del globito me lleva arbitrariamente a un terreno decimonónico que idealizo. ¿Por qué diversos motivos uno elige entre dos equipos de los cuáles no es hincha? La tormenta de Liniers. Granizo. Donde estamos apenas llueve. De repente estamos viendo un documental sobre el clima. Alguno se aburre y lee el diario. El país. Los sopladores de piedras de hielo, el gordo que se cae a la fosa, los bomberos.
Vélez domina el primer tiempo, Huracán hace alguna. Lo que veníamos hablando desde hace por lo menos un mes. De los tres (Vélez, Huracán, Lanús) a los del fortín se los ve más sólidos, con más pinta de campeón.
“Ahora el partido lo juegan los nervios.”
Vélez es un equipo que encontró la fórmula para ganar: ganar. En el final se pareció a sí mismo, Huracán no tanto. Sí, el gol fue un afano. Componentes del fútbol. Mafia, polémicas, errores. Para ser campeón hay que vencer todo.

Los primeros días de la semana no acepto al campeón. Me vuelvo a indignar con las pelotas escondidas. Consuelo a un quemero en el laburo.

Ya es Domingo otra vez, pasó una semana. Vélez Sarsfield es el campeón, Huracán jugó muy buen fútbol. Gimnasia y Central zafaron del descenso. Viene el receso futbolístico.

lunes, 6 de julio de 2009

Final

por Fernando Aíta.

Firmat, Santa Fe. Asado al sol en pleno julio y mangas de remera. El humo es una pantalla; se podría proyectar sobre agua con hielo seco. Cuatro y media, sobremesa rápida, y al Cervantes en bici para ver el segundo tiempo de la final. Pero resulta que está cerrado por decreto municipal. Cerrados el club, el café frente a la plaza, las parrillas. El partido postergado una semana por la repartija de los politiquistas, y amenazado por el estado de sitio de la nueva gripe. Paseo forzado por el pueblo semidesierto. Leo un pasacalle: intervenido quedaría así "Tampone. Corriente remodeladora. PJ". Y una pintada con aerosol y letras de molde en varias esquinas: "Sergio Stampone. Tu oportunidad es el cambio". Pusieron la firma adelante, queda raro, parece que alguien le habla a Sergio. Habría que agregarle: "Si no cambiás, sos boleta".

De vuelta por la ruta, rumbeando hacia la casa algo frustrado, una estación del ACA con signos de movimiento. La zona de sillas y mesas está cercada con una cinta blanca y roja de plástico como la escena de un crimen. En la otra punta los colores vivos del televisor. Van 42'. "¿Lo puedo mirar desde acá?" La cajera alza los hombros como qué sé yo, qué me importa. Ataca Defederico con la bocha al pie, entra al área, gambetea a dos y la cruza desviada. Contra de Vélez: López, en orsai, elude al arquero y define. Todo anulado. Brasenas pita el final a los 47 pero nadie festeja. Recién terminó la primera mitad.

Regreso a la casa, prenderse a la radio. Me entero de que llueve a cántaros, que el primer tiempo se suspendió media hora por granizo, que le anularon mal un gol al Globo, que Monzón le atajó un penal a López. Un gran partido, dos grandes equipos. Perfume de mandarinas. A los cinco del segundo, Golz sale del fondo y llega a definir, pero ataja Montoya. Otra: pase de Pastore, Nieto en orsai, invalidada. El Burrito Martínez responde por el local, define exigido y la tira afuera. Monzón retiene una. Se prepara Larrivey. El Fortín aprieta, a Huracán le cuesta sostenerla. Café casero. Gareca saca uno del fondo para sumar un 9. Cappa manda al Maestrico González a la cancha. Tut-tut-tuuuut. ¿Ya son las cinco y media? Otra copa de vino, a la salud del campeón.

El relator se pone como un loco. Ottamendi la toca con la mano y está amonestado. La mano fue "elocuente". El remate sería muy, muy peligroso. Pero no. Suben Pappa y Zapata por izquierda, y el relato se exalta de tal modo que ya no sé qué creerle. Toranzo para Bolatti, que toca para Pastore, doble pared y Defederico ¡¡¡afueeeraaa!!! Faltan 10'. Salgo otra vez para el ACA.


Escapada de Vélez. Peina López. Larrivey mano a mano con Monzón, que tapa pero queda lesionado. Parece fau al arquero o jugada peligrosa, pero Moralez manda el rebote al fondo de la red. Gol y a llorar a Luján. Por sacarse la camiseta le muestran la segunda amarilla y ve los últimos minutos desde el banco con una banda de colados. Cappa está desecho. Mucha gente en el campo. Tumulto entre los suplentes. Partido otra vez suspendido. Cambio en Vélez. Quedan 8 y el Globito arremete como puede. Pero no le da. Contra de Vélez faltando 1'. Monzón le tapa un mano a mano a Larrivey, se va al córner, se carajean y casi se agarran a ganchos. La hinchada quemera le rompe la cabeza a Sebastián Domínguez de un ¿piedrazo? El partido se destiñe. Más alboroto. Y fin. Vélez campeón.

A Huracán nadie le quita lo bailado. Una pena no poder ratificar todo lo lindo en algo mensurable, en título, en la chapa del trofeo. Y los de Liniers, que fueron un gran equipo, que picardía esta mugre, que tengan que ganar lo que merecen con tanto enchastre. Me llevo un alfajor -no se puede comer en el local-, necesito algo dulce.

viernes, 3 de julio de 2009

lunes, 29 de junio de 2009

Tito Corsi

Por Hilario González

El 25 de mayo pasado se jugó la final de veteranos. Al leer esta nota a cualquier hincha de River lo primero que se le viene a la cabeza es por qué mierda el Enzo no se pone la 9 de la banda y nos dejamos de joder. Y, tal vez, no estaría mal discutir en serio ese tema.

Pero, accidentalmente, mi ojo se puso en otro lado. En la foto, el jugador de Argentinos que está por recibir el pelotazo es Tito Corsi. Tito Corsi la rompía en el patio de la Castrense, la iglesia que queda en Cabildo al 400. En su patio había una canchita de baldosas que abría sus puertas todas las tardes de 3 a 5 (ni un minuto antes, ni un minuto después) a todos aquellos pibes que querían acercarse a Dios a través de la pelota. Un camino válido, si se quiere, pegándole a tres dedos o de puntín.

Tito hacía lo que quería a los 14 o 15 años. Tiraba seguidillas de caños, la mataba con el pecho, le pegaba de volea, tijeras, chilenas, de zurda, de derecha. Era generoso en el pase y solidario en la marca. Además, tenía una jugadita marca registrada: en plena carrera, pisaba la pelota, como parándose un segundo sobre ella y volvía a arrancar casi sin frenar. Era inevitable. Aunque sabías que te lo iba a hacer, te dejaba parado como un boludo. Tito era buen pibe, un flaco alto de esos que tienen el torso más largo que las piernas. Andaba siempre sonriendo. Pero no iba a misa. Pronto le perdí el rastro.

Cuando apareció en la primera de Argentinos (por los ochenta, más o menos), me acordé de sus pinceladas en el ámbito eclesiástico, esa gracia para moverse, la fina estampa de un crack. Me llamó la atención que Tito fuera considerado un mediocampista rústico, tosco y casi intrascendente. Inclusive tildado de mala leche en algún que otro partido. Pasa, supongo, con los que conocimos a alguien que después se hace famoso: no nos olvidamos lo que alguna vez dijeron de él. No lo supieron apreciar.


Los otros días Tito se enfrentó en la cancha con ídolo de toda mi vida. Pero que me perdone, yo en su lugar no me tapaba la cara. Hubiera rezado para que el pelotazo me pegara en un ojo para luego poder decir que el moretón me lo había hecho el Enzo Francescoli.

jueves, 25 de junio de 2009

Un vacío en el pecho

por Paio Zuloaga

Niembraaa

por Mariano Fiszman


A Niembro, alias Niembraaa, alias Miembro, lo conocí en una emisión de los mediodías de radio mitre de hace treinta años que se llamaba Sport 80. El programa era una de las pocas y pujantes oposiciones al menottismo oficial. Ahí él y varios compañeros suyos (la palabra compañeros importa, porque la iban de peronistas perseguidos, piensen que Fernando es hijo de un ex-diputado, capo de las 62.org de Rucci) hacían campaña por el fútbol “moderno” y “a la europea”, de técnicos como Bilardo y Griguol. Desde entonces lo volví a encontrar muchas veces en otros programas de radio parecidos, aunque nunca tan buenos como aquel, y vi crecer su figura hasta convertirse en el gran lobbista y manipulador mediático que es hoy. En mi cuento El relator amenazado, de principios de los noventa, usé su figura para componer a un comentarista de fútbol ventrílocuo, “un personaje repulsivo, de ojos gomosos, bigote fino y manos entrelazadas sobre el abdomen”.
Dentro de la fauna que rodea al fútbol actual y que ayuda a convertirlo en un asunto cada vez más feo, malo y sucio, Niembro encabeza el ranking del desprecio personal en el rubro periodistas. Sé que no soy el único. Pero a la vez, quiero decir que me gusta escucharlo. Su odioso personaje no deja de entretenerme, y su miserable visión del fútbol muchas veces coincide con la miseria mía.
Ayer al mediodía lo escuché desde Sudáfrica poniendo en duda el poderío de la selección de España, ese carro al que se suben ahora los voceros del jogo bonito internacional. Ojo, decía, con ese tono sugestivo mafioso que usa, ojo cuando se encuentren con un equipo que los marque. A las cuatro pasé por el bar de la otra cuadra y vi en la mesa de adelante del televisor al gallego con la cabeza entre las manos. Terminaban de perder con USA. Al fútbol, no al béisbol ni al football de ellos, que no es éste. La misma USA que ya nos goleó a nosotros. “Es la realidad”, muletilla que repite siempre con su voz de Brando ese otro gran cáncer maligno del fútbol, Don Giulio.
La realidad para mí, y para Niembro, es que en el fútbol profesional se juega para ganar y que los equipos que ganan se basan en su defensa (que es asunto de los once, no de cuatro o tres o cinco). Argentina ganó cuando se hizo fuerte abajo, en el 86, con un sólo delantero, Valdano, pero en el 78 también, con Passarella y el gran Fillol salvando pelotas a lo loco y poniendo a Larrosa por Houseman en la mitad del torneo, y así fue también cada vez que le pudimos ganar a Brasil, con el culito apretado contra el área y saliendo cuando se podía y metiéndola (¿oyeron Carlos, Leonel, fenómenos?), y lo mismo los clubes (¡Al gran Bianchi argentino salud!). Y Brasil mismo, acaso no fracasó jugando gran fútbol en el 82 y el 86, y salió campeón del mundo sin regalar nada, pero nada eh, en el 94 (única final sin goles de mundiales) y el 2002, o de América, en las dos últimas copas, dejándonos con las manos vacías cuando nosotros jugamos ¿mejor?
Por eso cada vez que me agarro la cabeza porque un técnico nuestro quiere llenar la cancha de enganches y delanteros y nos terminan garchando de parados, o cada vez que me acuerdo del Argentina-Brasil del 90, con los revolcones en el área nuestra y los palos temblando y la gloriosa ráfaga Diego-Cani en el minuto final, siento que la voz obvia y odiosa de Niembro, alias Niembraaa, alias Miembro, como la del comentarista-ventrílocuo del cuento, aparece sin que yo entienda desde dónde, y azorado la veo coincidir con la mía y me hago cargo, me guste o no.

domingo, 21 de junio de 2009

Bolatti y compañía

por Alejandro Güerri

En el primer gol hizo esa cosa tan linda que es torcerle el rumbo a la pelota con la cabeza, un movimiento leve del cuello para dejar pagando al arquero y esquinarla allá al otro palo. Abrió la pelota a la derecha en el segundo para que un compañero tire el centro previo al gol con definición de toquecito. En el tercero la robó no tan lejos de su arco, arrancó como una flecha atravesando el medio de la cancha y cuando se le venían para cerrarlo, deslizó la pelota por abajo, cruzada, entre dos defensores y dejó a otro compañero mano a mano.

Mario Bolatti, el cinco de Huracán, hizo todo eso y también cortó los avances de Arsenal, distribuyó el juego con criterio, le pegó de afuera del área, se mandó una pisadita tremenda en el segundo tiempo. Una maravilla que además no necesita hacerse el guapo, el loco, el guacho para mandar en toda la cancha, imponer un ritmo. Personalidad canalizada en el juego igual jugador fundamental invisible.

Junto al cinco blanco, en el despliegue de fútbol y actitud, brilló Arano. Y todo Huracán pareció en este partido (y quizás en otros) un equipo de fútbol de salón en cancha de once: la pelota por abajo, toques productivos hacia atrás para empezar de nuevo y salir por otro lado, una calma basada en el toque y la búsqueda del hueco.

Días atrás, un criterioso amigo y opinador de fútbol, a cuento de la Selección, decía que faltan mediocampistas que hagan goles. Hoy, en Huracán 3 - Arsenal 0, todos los metieron los tipos del medio: el invisible Bolatti, Toranzo y Defederico.

El tiempo tantas veces ido en mirar partidos pesadilla intrascendencia imbancable, se revirtió con estos más de noventa minutos de fútbol lindo.

jueves, 18 de junio de 2009

Fulbito

por José Luis Pascuet

En esos años jugábamos a la pelota en la calle a la vuelta de casa.
Era una calle medio muerta, sin colectivos y pocos autos y casi sin viviendas. De un lado el colegio de monjas, del otro el laboratorio. La cancha medía media cuadra y era cruzada, con un arco en cada vereda entre un árbol y la pared.
“¡Pasala, pasala!” le gritó Cachito a Juanjo desde el cordón de enfrente.
Juanjo era zurdo y morfón. No se la pasaba a nadie, nunca levantaba la cabeza y hasta hacía enojar a mi abuelo cuando nos venía a ver jugar.
El rengo Eduardito desde la defensa también le avisó “¡Dale pibe, lárgala!”.
Desde el arco contrario, el ruso Jaime dio la orden: “¡Pegále Negro!”.
Jaime y Juanjo se conocían muy bien, jugaban juntos en la escuela y el rusito sabía que cuando el zurdo la traía pegada al pie, no había forma de pararlo.
El negro Jorge no era un habilidoso del juego, pero era un muchacho obediente. Justo cuando lo tuvo a tiro, le aplicó una tijera perfectamente realizada por encima de ambas rodillas, que hubiera hecho aplaudir al mismo Caballero Rojo. Técnicamente, lo partió al medio.
Juanjo cayó de frente sin tiempo para nada ni siquiera para poner las manos. Se le hinchó el labio superior como el de la Mulatona y en los adoquines quedaron esparcidas en medio de un charquito de sangre, las dos mitades de sus dientes delanteros.
Cachito se paró al lado del herido sin una gota de compasión. “Viste pibe, hay que largarla antes”.

domingo, 7 de junio de 2009

En manos de dios

por Mariano Fiszman

Pasamos de tener la mano de dios a estar en manos de dios.
El miércoles con Ecuador podemos ganar sufriendo, aguantar un cero a cero triste o perder sin atenuantes recibiendo más puñaladas. Es lo más probable.
Podemos quedarnos afuera del mundial. Podemos tener que ir al repechaje.
Por eso celebró que hayamos ganado ayer, era lo más importante. Díganme burro, pero me acuerdo que para el 86 clasificamos en el último minuto contra Perú. Y que para el 2002 clasificamos cinco fechas antes y nos volvimos en primera rueda.
Meterse y esperar que allá se arme el equipo.
Y ahí, como ahora, encomendarnos a dios.

Un mundial

por Mariano Mancuso

Vi el partido ayer, qué porquería. La verdad es que la selección juega horrible, a nada. Lo digo triste, no enérgico ni vehemente, sólo triste, tranquilo, algo raro en mí. Me da bronca ver y disfrutar de jugadores exquisitos, dotados, técnicos, como ver a Federer jugar, con esa perfección de movimientos que sorprende, que emociona, que hace volver a uno a sensaciones infantiles, de ese calibre, así de soprendentes. Pero no, no pasa, no lo logran, no lo logramos.

Por momentos se los ve con ganas, Carlitos corre todas, el Kun tiene picardía, y Messi es diferente, está a otro nivel, así se presentan, con ganas de llegar a eso, pero no sale, no les sale. Es un garrón que no les salga...porque la verdad es que hay muchos como yo (y sé que los hay), que creen, fervientemente, que esta selección nos puede dar una linda alegría, una de esas que varios de nosotros vivimos de chicos, sin entender del todo lo que realmente estaba pasando y esa misma que hoy, disfrutaríamos de una manera sublime, superior. Tengo tantas ganas de que esto pase, que la sensación sobrepasa a la realidad, y entonces, casi pierdo noción de los nombres, y sólo creo que voy a poder vivir salir campeón de un mundial de fútbol porque llegué a una edad en la que creo que lo disfrutaría al maximo.

Ya veo, imagino los estadios, los himnos, las casacas y equipos nuevos, todo lindo, todo resplandeciente, todo llamativo. Ver a los muchachos cantar el himno, y que te agarre esa picazón en la piel. Rebotes, pases mal dados, patadas, y discusiones de gallitos, a la orden del día, del momento. Pero la casaca de Francia ¡¡está bueníiiisiiima!! Y qué linda la de Ucrania... yo me la compro. La fija, el batacazo. La revelación, la demostración. Todo eso es lindo, por eso es que sigo pensando que vamos a llegar, a clasificar, y a llegar lejos, no sé cuanto, pero lejos. Porque yo...yo quiero vivir un mundial así... consciente.

lunes, 1 de junio de 2009

Bajo el sol de la siesta

22.01.06

Bajo el sol de la siesta, los muchachos
juegan al fútbol en la rambla.
Con el torso desnudo y la frente sudorosa,
corren desordenadamente de un extremo a otro.
Corren. No formulan preguntas,
no sacan conclusiones, no hacen una mística de lo arcano.
Para ellos la vida es tan simple e incustionable
como la esfera de cuero que patean.
Si hay alguna verdad, una instancia absoluta,
es el momento en que la pelota se introduce en el arco.
Eso... Y las chicas que cruzan la rambla mientras juegan
y tiran de la cuerda de sus sueños.



de César Cantoni (La Plata, 1951),
en su libro Diario de paso (2008).

martes, 26 de mayo de 2009

La canchita de mi barrio

Por Hilario González


Esta pintada data de 1975 y todavía sobrevive en la pared del Regimiento de Granaderos, en la calle Savio entre Santos Dumont y Concepción Arenal (cerca de Cabildo y Dorrego). En la foto, se ve el sector destinado claramente al visitante y lo que era el “Arco de Entrenamiento”, como lo llamábamos nosotros. (Alguna vez explicaré por qué es la cancha más rara en la que jugué).



Mariano, Lali, Gongui, Ensalada, Dani, Miguel, Marcos, Diego, Richi, Lisardo, Federico, Pablito, Riqui, Eduardito, mi hermano Fer y yo teníamos entre 8 y 11 años en el 75. El “Equipo de la Cortada” o también conocido como “Equipo Savio” brilló hasta el 78. A partir de entonces algunos empezamos a pasar más tiempo jugando al verdad-consecuencia con las chicas de la cuadra.
Pasó el tiempo (no quiero sacar la cuenta). Mi hermano vive en Catamarca. Riqui tiene una fábrica de pastas cerca de Plaza Irlanda (sucursal de Pastas Quique en Cabildo al 400, la recomiendo). Eduardito hace cosa de 5 años vendía electrodomésticos en el Rodó de Cabildo (le compré un lavarropas que nunca tuvo problemas). Richi es (o era) un alto ejecutivo de la cervecera Quilmes, pero no lo veo hace mil. Los demás, nada. Ni siquiera me acuerdo sus apellidos (si es que alguna vez los supe).

Igual, donde quiera que estén, les mando un abrazo enorme.

jueves, 21 de mayo de 2009

Fútbol en la radio

por Fernando Aíta

El partido siempre es más vibrante en la radio que en la tele: hasta un cero a cero arreglado puede resultar entretenido.

La transmisión televisiva nombra lo obvio: los relatos son epígrafes (con frecuencia malignos) de las imágenes, que se bastarían por sí mismas. Sentí la diferencia en la cancha con su banda de sonido original.

Más allá del resultado o las situaciones de riesgo: el relato radiofónico lleva su ritmo. Porque la radio reconstruye el fútbol para un espectador ausente, a partir de un solo canal, el audio: los fraseos del relator y los arreglos de comentaristas; los cantitos, chiflidos o aplausos de las hinchadas; la señal de la hora; los llamados de los corresponsales; las cortinas después de los goles y los cambios; el jingle de la emisora, y los de los anunciantes.

La radio también es parte de la industria del espectáculo pero, a diferencia de la tele, que no para de emitir publicidad (del canal, de los espónsors y las que cercan el campo de juego), el negocio de la radio se subordina a lo que pasa en el juego: los anunciantes (igual que los comentaristas) tienen que esperar al tiempo muerto, la jugada intrascendente, un lesionado, un cambio o la pelota fuera de la cancha.

La transmisión radial sigue la lógica de la charla: entre el que habla y el que escucha hay un terreno de conocimientos en común que se va expandiendo a medida que la comunicación se desarrolla.

El relator momento a momento cuenta en qué parte de la cancha está el balón, qué futbolista lo maneja, quiénes lo disputan o lo esperan, y con la entonación exaltada y la frase frenética le imprime a la narración la intensidad que los futbolistas le pongan al juego. (Hermeto Pascoal hizo los temas “Tiruliruli” y “Vai Mais, Garotinho” sobre relatos de jugadas).

Los comentaristas y los que están en el terreno, con información concisa, lo ayudan a evocar, describir, recrear el espectáculo de las tribunas, las condiciones en el campo, los gestos o palabras de jugadores, técnicos, árbitro y asistentes.





No confundirsa a la radio con la televisación de tribunas más relator. La tele te obliga a tener los ojos en la pantalla. Si sólo escuchás el partido, podés hacer otras cosas: pintar una puerta, arreglar un aparato, jugar a las barajas, manejar o lavar un automóvil.

La radio más futbolera es rectangular, cabe en la mano y se escucha contra la oreja. En una época venía con un audífono solo. Es para tipos que se apasionan al punto de andar siguiendo un partido por lugares donde la tele está vedada. Algunos viejos todavía la llevan a la cancha (no es fácil pasarla en los controles). Son los que les revelan a los que están alrededor quién es el autor del gol dudoso, anuncian los cambios, confirman si fue o no fue, adentro o afuera, a quién echó, cómo va el enemigo en el desempate. Por lo menos lo que dice la radio. En los noventas llegaron los aparatos digitales y MP3 que no tienen AM, y las FM no transmiten fútbol. Ahora a nadie se le ocurriría agarrarselá con un relator, pero me acuerdo de haber escuchado puteadas para Víctor Hugo botón (x 2), sos amigo de Boca, la puta madre, que te parió.

Ahora se televisan todos los partidos y a lo sumo dos se juegan en simultáneo. Hace diez años (ver aniversario de TyC), toda la fecha se jugaba en simultáneo, y a cada rato oías:
–Gol de Talleres.
–Esperá que acá se la lleva Martínez por izquierda, pasa a un hombre, levanta el centro... ¡ah, no! El mamarracho que hizo... Vamos a Córdoba, Marcos Gallo.
–Gol de Talleres, Núñez de palomita después de un centro impecable de Zelaya desde la izquierda. En 35 del segundo, Talleres le gana a Mandiyú por 2 a 0.

Hay tipos que le sacan el volumen a la tele y sintonizan el partido. En general, medio tocados. Y no se bancan a los muñecos de TyC y Fox, o son ansiosos, les gusta la sensación de predecir el futuro: porque el sonido viaja más rápido que el video, y la radio adelanta dos segundos. Cuando el nueve en pantalla acomodó la pelota y tomó carrera, en la radio ya la mandó a guardar.

martes, 12 de mayo de 2009

La resistencia

por Mariano Fiszman


Circulan versiones sobre la existencia de una organización clandestina vinculada al fútbol. Aparentemente no se trataría de una red de apostadores, ni de hinchas violentos, ni de una confabulación ambiciosa entre futuros dirigentes, sino de un grupo de personas que adoran este juego y sufren viéndolo degradarse.
Según las informaciones, su único objetivo sería seguir gozando del juego a toda costa, a pesar de que un análisis objetivo de la situación les habría demostrado que el goce del fútbol ya es una causa perdida, y que a medida que pase el tiempo su decadencia se hará cada vez más grotesca. Rechazando su comercialización exagerada, su uso como espectáculo embrutecedor y la pobreza técnica, estética y emocional que lo invaden, sus integrantes se limitarían a jugar picados con amigos. Cada tanto visitarían una cancha para ver, ya no a sus clubes, considerando que la defensa a ultranza de los propios colores condujo a la histeria destructiva actual, sino a los pocos jugadores que los alegran, tan aislados en el campo de juego como ellos en el mundo, tan presionados por el mal gusto de rivales, compañeros, hinchas, técnicos y dirigentes como la sociedad por los medios que propagan imágenes del horror disfrazándolas de emotivas y simpáticas. Pondrían los relatos deportivos radiales como fondo para dormir la siesta o mientras realizan tareas de bricolaje en sus hogares, verían los partidos oficiales sin sonido mientras escuchan desde Rachmaninov hasta Eminem a todo volumen, y usarían los suplementos deportivos del diario para juntar yerba usada, excrementos de perros y gatos, y para limpiar las parrillas antes de poner la carne.
Fuentes confiables indican que la cantidad creciente de clandestinos sería insignificante dentro del padrón global de espectadores, y harto incapaces de afectar en lo más mínimo el buen funcionamiento del negocio. Tampoco habría que temer acciones concretas de su parte.

Reporte de Simona Simeone Márquez para Macri Free Press International, Buenos Aires, 31/4/1984 bis.

domingo, 10 de mayo de 2009

Dijo Manu Chao



"Es evidente que en Europa hay una radicalización peligrosa de la gente hacia la extrema derecha. No sólo de los partidos políticos, como siempre se habla, sino también de los grupúsculos que están vinculados actualmente con lo que es fútbol. Los más grandes activistas de extrema derecha en Europa están en la cancha de fútbol. Y eso es como hablaba antes de las universidades, hay un frente de lucha en las canchas de fútbol también. Hay muchos movimientos que viven y nacen y se propagan en la cancha. Eso es más preocupante porque quiere decir que ya no es gente que vota por un partido, es la juventud de un barrio. En España eso es muy claro: no hay partido de extrema derecha que haga votos, pero hay mucho facha (por fascista) en el Barca, en el Atlético, en el Real, donde ya han tomado tanto una parte de la cancha que hasta los clubes no pueden con eso. El caso más claro de eso, donde se ha vuelto insostenible, es en Yugoslavia, donde un asesino como Arkan, que se cargó a no sé cuántos serbio-bosnios, no reclutó su ejército en círculos paramilitares sino en la cancha de fútbol."


En mayo de 2000, Manu Chao vino a tocar Clandestino en Mendoza y Rosario.
Encontré este pedazo perdido en una desgrabación de la conferencia de prensa que Manu Chao dio en Rosario
.


por Alejandro Güerri
para Un golazo.

miércoles, 6 de mayo de 2009

El Messi hindú

por Guillermo Meza

El Yokohama Marinos de Japón estaría a punto de hacer efectiva la compra de Mirko Al Ganzar Arganahizir o, como se lo conoce popularmente, “El Messi hIndú”, que en este momento está explotando en el River Plate de Mongolia.

viernes, 1 de mayo de 2009

Fútbol 5


por Alejandro Güerri

Organizar un fútbol entre amigos es un trabajo no remunerado. En la época en que me ocupé fuerte del tema (qué importan los años), la cosa se hacía con llamados telefónicos, no por mail. El código era que íbamos todos los que habíamos jugado la última vez y el que por x causa no podía, avisaba. No estaba estipulado con cuánto tiempo de anticipación había que avisar que uno no iba y podía pasar que alguno una hora antes diera el no a cambio de un bautismo, un malestar post viernes, un quilombo con una novia, fiaca.

Después vino el mail y la cosa se agilizó bastante pero no del todo. La impunidad de no dar la voz por teléfono dio pie a que cualquiera cancelara con un “no puedo” seco como tinta de word a minutos del encuentro. Y esa zona gris de que si no chequeaste los mails en el momento justo porque estás lejos de una computadora, cagaste, somos nueve y qué pasó, quién no vino.

Como organizador, uno descubre entre los amigos a los fieles del fútbol, a los que se bajan y les chupa un huevo conseguir a otro, a los que se presentan como si hubieran sido convocados por Diego para las eliminatorias y se dedican sólo a jugar, los que arman los equipos, los que protestan por todo, etcétera.

Una de las situaciones más absurdas y gratificantes que genera organizar un fútbol es llamar a cualquier persona que uno conoce y sabe que la invitación a jugar un partido, por lo menos, le produce una duda: ¿voy o no voy? En general, esos jugadores de alma que conocí en trabajos, facultades, equipos de once, el barrio, a través de amigos, siempre dicen sí. Son los seres que Bilardo, Bianchi y Bielsa pondrían a jugar en cuatro puestos distintos a la vez, los tipos que llegás a la cancha y te reciben con una sonrisa, elongando.

Hay actitudes que cuando organizás, te tocan un poco los huevos pero ninguna situación negativa y mezquinamente pensada por uno logra derribar el placer de conseguir diez a como dé lugar y ver que la pelota corre y la cuenta abultada de los goles se mantiene mientras se oyen gritos, se revientan tiros a kilómetros del palo y se grita uuh, bien, bien, vamos, la próxima entra.

miércoles, 22 de abril de 2009

Clásico

por Mariano Fiszman (neutral).

Yo lo vi en el San Bernardo. Solo. Mi hijo arregló con un amigo y preferí no recordárselo. Se sabía que era un partido que iba a hacer doler los ojos. Sin embargo fui. ¿Por qué? Porque cualquier fútbol gusta, porque es emotivo, porque estoy al pedo y porque quedarse en casa es peor.
Fui temprano para conseguir silla y lugar. Un libro gordo en el bolsillo interior de la campera de jean para antes y para el entretiempo. Fútbol y literatura juntos, y que los eunucos bufen.
Cuanto peor es el partido, más detalles infames para señalar, pero ¿vale la pena? Seguir fijándose en Abondanzieri, por ejemplo, en cómo mueve la lengua adentro de la boca cerrada y cómo se come los goles. O en la heladera despatarrada con la puerta abierta y los frascos de mayonesa volcados que es Fabiani.
Diálogo muy porteño entre parroquianos a raíz de un choque entre estos dos jugadores:
-¿Sabés todo lo que le falta ganar a Fabiani para compararse con Ibarra?
-¿Pero vos sabés las minas que se coje Fabiani?
Me hizo acordar a un santafesino que decía, veintipico de años atrás, chicaneándose con otros provincianos: Nosotros nos cojimos a Susana Gimenez (por Monzón).
Y goles de Palermo y Gallardo, por Dios, en qué año vivimos. La figura para mí: Buonanote.
El ambiente del bar en estos casos es una historia aparte. Mil manuales de socio, psico, filo y antropología. El clima fervoroso y amigable de siempre se quebró. Un par de pendejos que no eran del lugar gritaron mal el gol de River. Exceso de puteadas en dirección a un grandote de Boca. Yo estaba justo en el medio. Cuando el de River puteaba, el aire me movía los pelos. Cuando el de Boca se estiró para agarrar el taco de pool me tocó la rodilla con su codo. Les digo que la chivé. Medía la trayectoria del taco y la de la botella de quilmes y cada vez en el centro exacto estaba yo. Al final, la ausencia de otras emociones me jugó a favor.
Feo fútbol.
El libro que llevé, eso sí se los recomiendo, de Balzac, "Ilusiones perdidas".

Boca - River

por Alejandro Güerri

Fui a
Cambalache a ver el superclásico (¿cuándo se bautizó así este partido y por quién?), la pizzería donde vamos con mi amigo Topo cuando River juega de visitante y donde asombrosamente está invicto. Esta vez se sumó Fede.

Venía de un sábado mal dormido y el partido era por momentos un sueño y por otros una pesadilla. Sabía que el resultado incidiría en mi ánimo el resto del domingo y no sé qué me ponía más loco, si la cantidad abrumadora de publicidades que impedían ver el juego en la parte de abajo de la pantalla o los pases que los defensores y mediocampistas de River le daban limpitos a los de Boca.

Cada vez que enfocaban la porra de Pipo se me escapaba una sonrisa. Recordaba el negocio que Topo me propuso sábados atrás: “Hagamos la Barbie Gorosito”.

En el entretiempo, con el alivio del cero a cero, me avivé que en la pizzería estaba Ángel, el ex portero de casa, y tuve un pálpito: “hoy ganamos seguro”. Siempre que me cruzo con ese tipo pasan cosas buenas. No dije nada a mis amigos para no ser yeta pero vi el segundo tiempo convencido de que victoria y millonarios eran sinónimos.


Cuando Palermo la clavó desde lejos, llegó la revelación: los hinchas de Boca se levantaron con un grito y los de River nos quedamos en silencio, a las puteadas por lo bajo.

El tiro libre de Gallardo me dejó afónico. Cagón y
valiente pensé: “si los bosteros hacen un gol ahora, nos lo van a gritar en la cara y se pudre”. Chau civilización.

Lo que se erró Falcao es una demostración más de que con la pelota en los pies el tigre es un queso. Que a rosales lo sigan poniendo resulta inexplicable (a veces creo que es un piojo López sin desborde ni centro ni gol ni ojete) y en general me enfurece.

Cuando iban uno a cero, les faltó Riquelme para poner el culo, aguantar la pelota, chichonear en el córner, hacer echar a un Pacogerlo y que la Bosta nos ganase con toque y ole de la doce. Mejor. No ser humillado de continuo contribuye a una mejor autoestima.


Salimos de
Cambalache con el uno a uno definitivo. No estábamos contentos pero sentíamos paz. Comentamos lo choto de la defensa con foco en Cabral, lo asustadizo que
parece siempre el Pato y lo bajo que está el Ogro. Dijimos como todo el mundo: "que deje de hablar y juegue".

Topo se subió a su bicicleta
y con Fede nos mandamos a correr.

sábado, 11 de abril de 2009

Ya lo dijo Jorge Luis

Borges en “La Noche Cíclica” :

Lo supieron los arduos alumnos de Pitágoras:
los astros y los hombres vuelven cíclicamente;
los átomos fatales repetirán la urgente
Afrodita de oro, los tebanos, las ágoras.
... (si querés, sigue acá)

El entusiasmo que pone un ciego para superarse (aunque Borges no era ciego cuando escribió ese poema) se parece a lo que canta el hincha que, en cierto modo, sí es ciego:

River es pasión, locura de mi corazón
Te sigo adonde vas y cada vez te quiero más.
Los técnicos se van, los jugadores pasarán,
La banda quedará y nunca te va a abandonar...

El fútbol es un sentimiento inextricable, diría Borges.

La calesita de técnicos y jugadores que cambian camisetas tan rápido hacen del fútbol actual un tema borgeano, por lo cíclico, al menos. Pero el amor por la camiseta es pasión y esos cambios, si bien todo el mundo es un gran negocio, no le caen bien al hincha.

En este momento, lo que puntualmente me preocupa es que, después de la derrota en la altura, se anda rumoreando que se sentarían a conversar Diego y Riquelme para limar asperezas (otro tema: frases hechas en el fútbol).

Eso no lo acepto.

Como dijo Dolina: más vale compartir la derrota con los amigos, que la victoria con los extraños o los indeseables.

(...)
Vuelve la noche cóncava que descifró Anaxágoras;
vuelve a mi carne humana la eternidad constante
y el recuerdo ¿el proyecto? de un poema incesante:
«Lo supieron los arduos alumnos de Pitágoras...»

Por Hilario González
(pidiendo permiso)

miércoles, 8 de abril de 2009

Antes que los alemanes


"Entre todas las cosas que observo de los rivales, presto mucha atención a la ejecución de penales. Tengo estudiado a la mayoría. Conozco de qué forma patean por lo general. Les explico todo a nuestros arqueros y en muchas ocasiones, después del trabajo habitual, yo me encargo de tirarles penales. En la carrera les grito: Almirón, o Martino, o Marangoni, o Dertycia, y el arquero tiene que moverse hacia donde tenemos estudiado a cada uno. Si se trata de la definición de un partido, el que tira los penales difícilmente cambie su estilo habitual. Lo tira como siempre, porque así se siente más seguro."

Declaracion de Fernando "El Nano" Areán, técnico alterno del River del Bambino.

Sacada de El Gráfico Edición especial: River campeón, marzo de 1986.

lunes, 6 de abril de 2009

1-6

Para mí fue el cuerpo. Si no funciona el cuerpo nada funciona.

El mediocampo no entraba ni en un plano general. No estaban.

Los amigos de Evo llegaban a nuestra área con todo el tiempo del mundo.
La defensa opuso una débil resistencia.
Carrizo aguantó todo lo que pudo.

Para ellos jugaba un brasilero. Para colmo nos hizo un gol.

Adelante un par de piques; después fundirse y boquear.

Hace un año, en este mismo escenario, Diego gritaba (mientras se golpeaba el corazón con el puño) “Acá sí se puede”.

Tenía razón. Pero esta vez no se pudo. La próxima volveremos a poder.


por Federico Merea

jueves, 2 de abril de 2009

Caída en las alturas

por Fernando Aíta

Detalle de una foto de "¿Qué ves cuando me ves?"

Un triunfo de los humildes.
Diego
, emblema, sufre una derrota récord en las condiciones que fue a defender.
En una bandera verde, amarilla y roja se lee "Aquí vivimos, aquí jugamos".
Me gustaría estar a la altura de La Paz.
Tomar la merca revolucionaria y el escabio local.
Bailar con las hermanas y hermanos de Bolivia.
Pero soy argentino y hoy me afecta.
Es la primera vez que veo a mi equipo perder seis a uno.
Nunca me pasó con Independiente.
Sí adentro de una cancha de papi.
Por un momento parece irreal; después es terrible.
Pura impotencia. Soroche futbolístico.
El tercer gol fue la puñalada sorpresiva: minuto 45.
El 4-1 ultimante. La expulsión, incomprensible.
Todos engualichados por el imán de la pacha.
¿Cuál sería el lado bueno?
Perdimos la valla en cero y el invicto de la era del 10.
Algo menos que perder.
Hay sed de revancha.
Y dos meses de juntar ganas.
No te pongas mal, locura.
No dudés de todo.
Esperá que vuelvan a mover la bocha.