sábado, 17 de septiembre de 2011

Ilusión óptica, cambio de paradigma y gloria

por Alejandro Güerri

Apenas River se fue al descenso, comenzó lo que llamo la ilusión óptica. Hubo un amague de fusionar el torneo de la A y el de la B que terminó rubricado por la frase pasatista del anillo; en el sitio de Olé, no bajaron el escudo de River de la línea donde están en fila los equipos de primera, sino que lo dejaron al final con un recuadro de otro color; el tema de la calle pasó a ser el bajo nivel de nuestro fútbol (potenciado por la eliminación con Uruguay de la Copa América), la poca diferencia cualitativa entre un partido de la A y uno de la B; y, last but not least, Fútbol para Todos contribuyó a la confusión general intercalando los partidos de River en el medio de su programación como si fuera fútbol de primera, amén de que Araujo siga siendo todavía el relator del pueblo.

Desde una perspectiva científica, la pregunta sería: ¿por qué tanta resistencia a un cambio de paradigma? ¿Por qué seguir haciendo de cuenta que las cosas son de una forma cuando la evidencia empírica de lo real demuestra otra? Van 20 minutos del segundo tiempo de Deportivo Merlo-River, el partido está 0 a 0, es aburridísimo, y la verdad, River no juega mejor que en su último torneo en la A. Cuando uno es grande, situaciones como esta, en el mejor de los casos, enseñan a bajar un poco el copete. Y hay que aceptar el silencio respetuoso de los amigos que lo saludan a uno como si se le hubiera muerte un pariente, y también la cargada que se sale de la vaina del corazón de la boca. Todo es comprensible, hasta el desprecio. Haber sido el equipo de un presidente impune, haber sido favorecido por millonario, haber sido semillero y comprador de futbolistas distinguidos, ser el que más torneos nacionales ganó, son cosas que a la corta o a la larga pueden caer mal y, como todo lo demás, no dura para siempre. Por eso, cuando en el torneo pasado River era una banda, ¿qué sentido tenía hablar de que no se respetababa una supuesta línea histórica de juego? Ayer era ayer como hoy es hoy. Y punto.

Gloria a los futbolistas que ahora están jugando para River. Gloria a Cavenaghi y gloria a Chichizzola. Gloria a ese mastodonte uruguayo que trajeron de Godoy Cruz porque con Juan Manuel Díaz son nuestro yin y yang charrúa. Gloria a Francescoli y a Alzamendi. Gloria a Almeyda, que volvió a River para irse a la B Nacional y en su afán de heroísmo quizás acabe en la Primera B. Gloria al Burrito Ortega que no estuvo en el equipo que terminó último ni en el que descendió. Gloria al Loco Abreu, por abrazarlos a todos y tomarse el palo a tiempo. Gloria a Funes. Gloria, gloria, gloria. Gloria a jugar en la segunda categoría.

Quizás la debacle haya empezado muchísimo antes, cuando le encargaron a Copani hacerle un disco homenaje a River.

domingo, 11 de septiembre de 2011

Oído

por Mariano Fiszman 

Después de los fracasos de los últimos años, el futbol argentino se debate en todas las mesas. En una del bar al que voy, hace poco escuché un diálogo curioso. Eran cinco tipos que van siempre. No sé si jugaban o habían jugado alguna vez al fútbol, a este fútbol que como dicen sus actores está cada vez más hablado y menos jugado. En lo único que parecían de acuerdo era en un enfoque discursivo del asunto. Más de una hora hablando, y yo escuchando de refilón, cuando uno golpeó la mesa, se paró y dijo: -Paremos con las boludeces, ¡hay que armar un equipo competitivo ya!, ¿vos cómo lo armarías? No les cuento todas sus justificaciones técnicas, tácticas, estratégicas, filosóficas, en fin, todo lo que hace al fútbol de hoy, y los comentarios de los otros al respecto, pero transcribo los equipos que cada uno armó con jugadores del fútbol local.
Para el primero, había que tener un equipo corto, muy corto: Saja; Niz, Goltz, Re y Mas; Brum, Kim, Prol; Pío; Noir y Graf. DT: Asad. El segundo, al contrario, repetía que lo que hacía falta era duplicar al rival en todas las líneas, y lo armaba con: De Olivera; San Román, Dos Santos, Bianchi Arce y Di Gregorio; Díaz Ponce, Cobo Gálvez, Moreno y Fabianesi; Perez García; Sánchez Miño y Pérez Tarifa. DT: Da Silva. El tercero, de ascendencia itálica, proponía imitar al fútbol más resultadista del mundo, sin duda muy exitoso, con una receta medio cocoliche: Tombolini; Mancinelli, Papparatto, Botinelli y Tagliafico; Camoranesi, Steffanatto, Zucculini , Capobianco y Pittinari; y arriba Sperdutti solo. DT: Falcioni. El cuarto pretendía un equipo más cosmopolita y elegante, otro ideal inmigratorio: Champagne; Estevenaux, Cooper, Zurbriggen y Fideleff; Esmerado, Prediguer, Fritzler; Imbert, Wagner y Mouche. DT: Russo. Para el quinto, los demás eran todos una manga de convencionales. Para él, la posta era el fútbol bizarro. Además de un doble cinco, en el arco ponía dos arqueros, los dos de Colón, Pozo y Bailo. El resto lo tenía clarito: Turus, Argacha y Papa; Bardín y Canuto; Torassa, Óbolo, Gino Clara y Ftcla. DT: Torrente.
Yo que anotaba todo con disimulo en servilletas semitraslúcidas iba imaginándome otros posibles. Uno geográfico con Islas, Lagos y Ríos, otro de próceres con Saavedra, Sarmiento y Moreno, y hasta uno anal con Ortigoza, Hoyos y Malano. Pero no quiero meterme mucho en temas que no conozco, así que me limito a transcribir lo que oí. Si alguien sabe tanto de fútbol como los tipos del bar y se anima a proponer otro equipo, yo tomo nota con todo gusto.