lunes, 28 de abril de 2008

Apoyo



Jujuy. Sábado. Tacita de Plata. Treinta del segundo tiempo. El Lobo local caía dos a uno frente a Independiente y hacía méritos para empatar, pero el nerviosismo de sus pobres jugadores hacía que cometieran errores guarangos y desperdiciaran varias oportunidades de convertir.


A pesar de todo, la sufrida tribuna donde se podían leer banderas como “Apunado por tu locura”, “Preso de tu ilusión” o “De la cuna a la muerte”, se dejaba contagiar por el entusiasmo de su equipo y se ilusionaba con el empate que los sacara de la zona de descenso. Un representante de la hinchada, un hurso de pelo largo atado y evidentes panza y borrachera, entró lo más campante al terreno de juego, con una bandera, para transmitirles ánimo a sus jugadores.

El árbitro Lunatti tocó pito llamando a la policía que, no menos pesada que el simpatizante, lo corrió a tranco lento desde el círculo central hasta el arco de Assman, donde el grandote, aburrido de la carrerita, se dejó caer y fue apresado. Después, a los golpes, lo sacaron de la escena. Imagínense las barbaridades que hubo que escuchar de boca de relator y comentarista.

Gordo, yo entiendo tu gesto y me solidarizo, pero la próxima te recomiendo que entrés en pelotas con un cartel ecologista como hacen en las grandes ligas: vas a ver que te pegan menos la policía de uniforme que está en la cancha y la de traje que está en las cabinas.

Fernando Aíta

Protagonistas, por Alejandro Güerri



Empecé a notarlas un tiempo después de sus primeras apariciones. Todavía no me clavaba tanto partido de viernes o sábado por la tarde noche, y vivía ajeno a las declaraciones de un mellizo Graieb, un Lavandina Bergessio. Cuando empezó a gastarse la cinta del casete
no ganamos nada, son todas finales, ahí fue que las vi.

Ángeles con paraguas de marca, sonrisa indestructible, maquillaje brilloso y un escote para balconear el tobogán de las tetas desde el sillón de casa. Importadas del mundo del TC (casi seguro), están siempre a los costados de los jugadores y se desviven por entrar en cuadro los cinco minutos que duran las notas de campo. Es conmovedor verlas correr de un entrevistado a otro y competir entre ellas por captar un poco más la atención de la cámara.

A diferencia de las porristas, que llegaron al show del fútbol en los primeros 2000, a estas chicas nunca se las ve de cuerpo entero -y eso que prometen. A veces son lindas, a veces están muy fuertes, y hay lugar también para las que no tanto. Me pregunto qué harán durante el partido, desde dónde lo verán y cómo seguirá su rutina cuando se apagan los reflectores de la cancha.


Lluvioso, por Mariano Fiszman



El último o por ahi único River Argentinos que vi fue un domingo muy lluvioso creo que de 1979. Me acuerdo que éramos tres pibes sin paraguas, me acuerdo que salimos después de comer y tomamos el 107 en Mosconi hasta Libertador (pero por qué carajo me acuerdo de esto: que al colectivo lo agarró la barrera de Nahuel Huapi, y por qué me violenta la vanidad de mi memoria), que en la puerta de plateas encontré al padre de un ex compañero de la primaria llamado Varela que era control y me ofreció entrar para refugiarme pero a mí sólo, que en la cabecera visitante éramos cuatro gatos locos, la hinchada de Argentinos de visitante y con diluvio en el 79 que puede ser 80, hasta 81, podría confirmarlo en el historial pero prefiero embarrarme en la memoria, estancarme como la pelota impicable en esos charcos de partido pésimo, uno a cero River, gol nacido de equívocos, en el arco de enfrente, a Munnuti (a la distancia todos los apellidos de futbolistas suenan absurdos), y para terminar me acuerdo (ya es vicio, lo sé) que a la salida entramos al baño del Pumper Nic de Figueroa Alcorta y siempre sin consumir nos secamos el pelo por turnos en esas máquinas de calor para manos.


Sé por qué me excita tanto recuerdo: no termino de creer que esto me haya pasado a mí, que yo haya sido ese, tan lejano, y más bien me siento un médium invadiendo la mente de otro. Año 80. El país también era otro, lluvioso. Pero igual habría comentaristas que decían, como el del sábado en radio Rivadavia, que “Independiente ganó por su eficiencia y por su eficacia”, y por ahi también había hasta un Ramírez haciéndole gol a otro Ramírez.