jueves, 28 de agosto de 2008

Los más cabuleros del mundo

por Fabián Preciado

No es una exageración: en nuestro país, donde el fútbol despierta iguales pasiones que, pongámosle, la patria, lo que comúnmente se conoce como "cábala", tiene una importancia que de ninguna manera se puede soslayar. Todas las personas que de una u otra manera están ligadas al fútbol tienen una o más "cábalas". Hinchas, jugadores, entrenadores, utileros, hasta los árbitros las tienen. Puede tratarse de un objeto, una costumbre, gesto y hasta un discurso, como el célebre "inflador psicológico" acuñado por Eduardo "Toto" Lorenzo en la década del setenta. Hasta hay un cuento de Fontanarrosa –“19 de diciembre de 1971”, donde la cábala de un grupo de hinchas es otro hincha– que mucha gente cree que es una historia verdadera.

Ejemplos como este último sobran y citarlos redundaría en algo en lo que todos estamos de acuerdo: Pareciera ser que somos los más cabuleros del mundo. Sin embargo, lamento decirles hermanos míos que una vez más, nos birlaron el primer puesto:

En enero de 2002, las autoridades de la Confederación Africana de Fútbol decidieron erradicar este tipo de prácticas prohibiendo la contratación de "asesores espirituales" o hechiceros, por parte de los seleccionados que participarían de la Copa África, disputada en Malí. Los argumentos, como siempre pasa en este tipo de situaciones, fueron bastante pueriles y nefastos:

"No podemos dar una imagen de Tercer Mundo".
"Se trata de una creencia antigua que no funciona en el fútbol moderno"

En aquél entonces, como para justificar la arbitraria medida, muchos recordaron el escándalo que protagonizaron entre Nigeria y Senegal durante la edición anterior del torneo, cuando estos últimos ganaban 1 a 0 a 15 minutos del final e intempestivamente ingresó al campo de juego el utilero nigeriano para arrancar un pequeño talismán que colgaba de la red del arco rival. En momentos en que se lanzaba a la carrera con el objeto en sus manos, algunos jugadores senegaleses corrieron hasta alcanzarlo e intentar, golpiza de por medio, recuperar el colgante. La reacción de los nigerianos no se hizo esperar y acudieron en socorro del auxiliar, generando lugar a una tangana histórica que tardó varios minutos en ser dispersada por los árbitros y las fuerzas de seguridad presentes en el campo de juego. El partido se reanudó sin que el amuleto apareciera y en los 15 minutos restantes Nigeria dio vuelta el resultado. El auxiliar fue suspendido de por vida por la Confederación pero recibido como un héroe nacional a su regreso (el partido se había disputado en Ghana).

No obstante en 2002, no contentos con la prohibición en Malí, las autoridades estaban decididas a sancionar de una manera ejemplar a quienes violaran la norma, y en este caso quien pagó el pato fue nada menos que Tomás N'Kono, recordado guardavalla camerunés en los mundiales de 1982 y 1990, que ya retirado de la actividad, en 2000 era entrenador de arqueros de su selección. Parece ser que las autoridades, se hicieron eco de una denuncia anónima y no dudaron en apresar a N'Kono ni bien pisó el césped en la salida de su equipo, antes del partido semifinal contra el seleccionado local. Sin que previe ningún tipo de aviso, N'Kono fue esposado por varios agentes, reducido y retirado a los golpes del campo de juego. Al llegar a la boca del túnel, el camerunés ensayó un atisbo de resistencia a la autoridad y esta no dudó en apurar el trámite arrojándolo escaleras abajo para interrogarlo directamente en el vestuario. Como suele ocurrir en estos casos, aunque nunca comprobaron las prácticas espirituales de N'Kono, igual lo suspendieron por un año bajo la inquisidora acusación de "brujería".
En realidad, todavía se sospecha que todo aquello fue una puesta en escena para favorecer a los locales que ni así pudieron llegar a la final: Camerún los derrotó por 3 a 0, pasó a la final y luego salió campeón. De cualquier forma, desde aquél entonces se mantiene la prohibición para los equipos nacionales de África de contratar a estos curiosos colaboradores, que no le hacían mal a nadie, menos al fútbol.

Por suerte para nuestro fútbol, los dirigentes locales no creen que estas cosas perjudiquen al deporte y jamás se les ocurriría mandar esposar a Mostaza Merlo por hacer los “cuernitos”, ni ordenarle a Ramón Díaz que deseche la camisa celeste que tantas satisfacciones le ha dado.

lunes, 25 de agosto de 2008

Somos campeones la puta que los parió, por Mariano Fiszman

Este bardo, agarra hoy su lira,
y pasa al frente como Mascherano,
como Aguero con Brasil pone la mano
pegadita, y la hinchada delira.
¡Oro tenemos, oro, oro puro!
Y a los brasucas también les dimos duro.

Ese triunfo con sabor tan especial,
no me hace olvidar de las derrotas
pero viene a alegrarme el corazón.
A veces, uno ve a un jugador
como Messi, llevándose a un rival
colgado, otro atrás, y la pelota...
ve los dibujos del fútbol en el suelo,
y no entiende, pero sabe que está ahí,
que lo tenemos, que esta vez es nuestro:
¡lo tenemos por fin, al Nuevo Diego!

Y la hinchada se enloquece de alegría,
cuando ve muchos dientes apretados,
el pie firme, la marca combativa,
si hasta Gago se anima y roba alguna,
después cae, como siempre, en su laguna,
y al final nos salva el pibe Di María.

¡Es la Virgen que está de nuestro lado!
¡Y Pareja! ¡Y Zabaleta! ¡Y Grondona!
El Checho dijo: hay que estar armados
y esperar que los genios una meten,
y Román, con su cara de llorona,
a Brasil se la metió por el ojete.

Del primer día que jugamos en China
demostramos que somos Argentina,
que lo tenemos, que el fútbol no murió,
y a los negros de Nigeria y de Brasil,
a los de Holanda y de Costa de Marfil,
gritarle a todos: ¡La puta que los parió!

domingo, 24 de agosto de 2008

Chamuyo y escarmiento

por Fernando Aíta

El Bichi Borghi llegó a Independiente diciendo que le gustaba el juego ofensivo. Que no le importaba perder por arriesgar. Que si hacía falta buscar el resultado dejaba dos en el fondo… Nos entusiasmamos, y de a ratos el equipo prometió lujo y goles.

El miércoles en La Plata, El Rojo se quedó afuera de la Sudamericana, entre otras cosas, porque salió con cinco defensores: Moreira, Gioda y Rodríguez, por los laterales y en el “medio” Mareque y Matheu (inventado de ocho, más perdido que chancho en la neblina), junto a Pusineri y Ledesma. En el entretiempo, 1-0 abajo, el Bichi metió a Gandín por Moreira, pero a los 26’, después de haber empatado Núñez de chilena, mandó a la cancha a Calello y sacó al goleador. Estudiantes se vino y lo ganó a los 42’ con gol de Salgueiro (que entró al final para eso). Los penales (incluído el que no nos cobraron) son otra historia.

Domingo. Clásico de Avellaneda. Me imagino que a la mañana, mientras se afeitaban las cabezas, Llop y Grisales o Ríos pensaban distinto. A la hora del partido, Independiente arranca con un planteo supuestamente más ofensivo; Racing lo atropella. Lugüercio se morfa dos goles de cabeza, solo abajo del arco: uno contra el travesaño, y uno de palomita al lado del palo. Independiente le patea una sola vez a Migliore: Mareque sube solo por la izquierda (todo el tiempo); esta vuelta Núñez lo ve y lo deja solo pisando el área. Chutazo, rebote al punto del penal, El Rolfi madruga y la empuja adentro. Injusticia divina.

Segundo tiempo. Racing vuelve a ser superior (un poco menos). El Bichi mete mano: ¿para liquidarlo? No, para aguantar. Entra Calello por Higuaín. Racing se sigue comiendo goles. Después el Toti Ríos (dio pena lo mal que anduvo) por Gandín (un holograma de sí mismo). Quedamos con cuatro en el fondo, cuatro en el medio, Montenegro de enganche y Núñez de punta (más solo que Bartleby el día del amigo). En algún momento, pateamos por segunda vez al arco. Pero faltando 12' para el final, viene el colmo: el técnico arriesga un cambio más y saca al único delantero para meter al Totono Grisales, y le pide al Rolfi que vaya un poco más arriba.

42’. Bochazo frontal de Mercado al área, en la medialuna un hombre blanquiceleste, Sánchez Sotelo, la peina y por el segundo palo entra solo Sosa que la agarra al pique y revienta el arco de Assman. Justicia terrena. Los hinchas de la Acade festejan el empate con lágrimas y agarradas de cabeza.

¿Sobrevivirá en su puesto El Chocho? Ojalá que Borghi se deje de mezquinar y empiece a ser consecuente con lo que boqueó al llegar.


martes, 19 de agosto de 2008

River 2 - Central 0: saltar el cerco

por Hilario González

Empezó el apertura, al menos para mí, que sólo piso el Monumental cuando no llueve, cuando no hace mucho frío o cuando no hay amenazas de tiroteo.

El día estaba lindo, la hinchada tranquila, así que encaramos para la cancha. La preocupación inicial no es cómo va a formar el equipo del Cholo, sino llegar a ubicarse en la tribuna. Aquí van algunos consejos para que la tarde sea feliz.

Lo primero es estacionar el vehículo (sí, voy en auto, ¿y?) sin que los borrachos del tablón te mangueen: “colabore con 20 mangos, don”. Obviamente, la cantidad a abonar es inversamente proporcional a la distancia al estadio. Mi experiencia indica que el lugar señalado en la imagen es ideal: costo, $0 y por ahí está lindo para caminar.

Luego, la tarea es sortear los controles policiales. Se recomienda el recorrido en verde, entrando al área como Diego esquivando ingleses. Pensemos que si el cerco policial fuera eficiente, bastaría sólo un control. Dado que hay por lo menos cuatro controles antes de llegar al estadio, se infiere un reconocimiento tácito su ineficiencia. Y así es:

Cerco policial 1: demora el acceso al barrio River. Basta caminar una cuadra para el costado y entrás tranqui por la diagonal del medio. Ahí no hay nadie.

Cerco Policial 2: impide el cruce de hinchadas desviando a los de River para Monroe. Como venís desde adentro del barrio, vas en sentido contrario al control y pasás sin ser detenido.

Cerco Policial 3: controla que gente sin carnet o sin entrada se aproxime al estadio. A su vez, la montada suele arremeter para que el ingreso sea más fluido. Ahí hay que esperar un minuto, a cada rato el oficial se pone a discutir con otros que tienen que entrar por otro lado. Entonces, empujado por un caballo que se te tira encima, pasás a la fuerza, sin que nadie te controle.

Cerco Policial 4: este es importante, es el famoso cacheo. Estudiando el panorama, se puede encontrar una fila donde sólo hay mujeres policía. Pasás sin que nadie te toque.

Listo, ya está. Estamos adentro. Sentados cómodamente. De haberlo querido, hubiéramos podido entrar con un lanza misiles bajo las pilchas.

Empieza el partido. El Cholo gesticula, mueve sus piezas. River tira centros que pasan a 2,10 metros del piso y ya no está Abreu. Pero eso es otra historia.

lunes, 18 de agosto de 2008

Descarga automática


por Alejandro Güerri


I
Córner para Lanús, en el segundo tiempo contra Gimnasia. Uno se acerca al banderín, acomoda la pelota y se sube el cuello para que no lo bañen las escupidas.

II
Cuando dan los partidos sin mostrar el partido, además de alguna chica linda, se puede ver a tipos de todas las edades que putean sin parar a lo loco contra los árbitros, los rivales y alguno del equipo propio.

lunes, 11 de agosto de 2008

Jugueteos olímpicos, por Mariano Fiszman

La escena: madrugada: un monoambiente bañado de azul de pantalla con la tele en mute.
Una mujer en la cama.
Él, también en mute, sentado en el piso a los pies de la cama.
A sus espaldas la mujer no dejaba de roncar.
A los once minutos, cuando Riquelme y Messi les habían regalado la pelota dos veces cada uno a los australianos, tuvo ganas de darle una nalgada para castigarla. ¿Y si se despabilaba y se sentía obligada a devolverle el orgasmo trabajoso de la noche con comentarios o con toques comprensivos?
Por un segundo se vio Barreda. No sería lo mismo. Casi no se conocían. De hecho, le extrañaba que durmiera por primera vez en su cama y tan relajada.
A los veinte minutos quiso estar en China para ahorcar a Gago. Tuvo miedo de que la mujer abriera un ojo, dijera que Gago estaba fuerte y ahorcarla a ella. Barreda de vuelta. Ese fútbol frustrante lo empezaba a poner tenso. Respiró para aflojar. Los ronquidos subían y bajaban de volumen. Los interpretó como un comentario del partido. Messi se muestra apático y frío: JJJJJ. A Garay lo bailó un australiano: JJJJJJJJJ. Tocamos siempre para atrás: JJJJJJJJJJJ. ¿Juega Agüero? : JJJJJJJ. Entra Di María: JJJJ. Dormida, esa mujer sabía bastante de fútbol. Un motivo para no matarla si terminaban cero a cero.
En el entretiempo fue a fumar al baño. Cuando volvió, ella, con esa calidad de visionaria que empezaba a reconocerle, había girado en la cama.
Vio el segundo tiempo apretando la espalda contra el borde del colchón. Sin parar de pasarse por la frente, las mejillas, el mentón, la nariz y los labios una mano que olía a concha. Cuando Lavezzi hizo el gol apretó fuerte los puños y las muelas. Le pareció escuchar que en ese momento exacto ella intercalaba, en su cadena de ronquidos, un gemido gatuno. Se paró y se dio vuelta. Parecía dormir igual que antes, en posición fetal, la cabeza entre almohadones.
Apagó. Esa era otra penumbra, el amanecer a través de la persiana. Oyó pájaros. Se metió entre las sábanas frías. Se pegó al cuerpo de ella. Festejaron.

Kily y Mauro


por Alejandro Güerri

Un gol de esos que uno sueña hacer en la vida más que en un partido. Un misil perdido que podría haber ido a la luna y se clava adentro del arco. Central 3 - Estudiantes 1. Gritos, abrazos, el calor de los compañeros, señalar al técnico, a la tribuna, el puño cerrado y en alto, y de golpe, pumba:

Un gol de esos que uno sueña hacer en la vida -más de un arco a arco que de un partido. Ver adelantado al arquero y tirar desde mistad de cancha un globo que baja y se estrella contra la red. 3 a 2. Salido del desconcierto, un festejo eufórico, contenido. Hay que empatar todavía.

Dos golazos con una diferencia de segundos, ¿se opacan entre sí o se sacan brillo? ¿Será posible a futuro pensar a uno sin el otro? Innecesario establecer cuál es mejor. Soñados los dos por cualquiera que haya jugado o juegue, le hacen bien al fútbol.

domingo, 10 de agosto de 2008

Pensamiento sin palabras I

por Daniel A. Liñares

[...]
Para mí el pensamiento puede carecer de palabras. Es decir, hay mucha teoría e —y más bien— hipótesis acerca de que el pensamiento no sería independiente de la palabra. Y eso, para mí, y a partir de ahora para el mundo, es absoluta y completamente falso. Y la demostración más clara —pudiendo ser acaso la única— es la existencia del pensamiento geométrico (por no pensar en el matemático). Su puesta en realidad más clara es tan terrenal que me encanta: Jugar al fútbol. A la pelota, mejor dicho (argentinismo absolutista con respecto a la utilización de una pelota dada: con los pies, puto).
El pensamiento futbolístico no tiene nada que ver con la utilización de la palabra. Es completamente independiente de la palabra, no sólo no la necesita sino que incluso le está de más. Está más bien del lado de la intuición (que etimológicamente significa mirada).
El pensamiento futbolístico es un pensamiento básicamente geométrico-cinemático, pensamiento de formas en movimiento. O sea, estamos hablando del fútbol posta, de las enseñanzas de los artistas del fútbol, el Bocha, Román, y, en realidad, paremos de hablar. Porque si bien Maradona manejaba estas nociones, al ser él puro sentir y empatía con la materia partícipe del elemento pelota, el juego que practicaba no se basaba tanto en el pensamiento. Nadie podría, viéndolo jugar a Maradona, nadie podría aprender a jugar como él. En cambio, el pensamiento futbolístico sí es aprendible, si uno está atento.
Bueno, la lógica del pensamiento geométrico futbolístico. Listo, basta de vueltas: Dados dos equipos, el equipo Azul y el equipo Rojo, en todo momento que un jugador cualquiera, por ejemplo un defensa del equipo Azul, tiene la pelota, se abren espectros de posibles pases a sus compañeros de equipo (en verde claro), el pase ideal, el menos interceptable, se desarrolla sobre la bisectriz de los ángulos determinados por las posiciones de los jugadores contrarios con respecto al jugador que tiene la pelota (línea amarilla):


Los otros jugadores del mismo equipo del que tiene la pelota, tienen la responsabilidad de desplazarse para generar la posibilidad del pase, es decir, deben cortar en algún punto alguna bisectriz. A esta acción se la llama “mostrarse” o “desmarcarse”:



Entonces, el jugador que tiene la pelota puede, por su parte, desplazándose hacia los costados, ir variando los ángulos de pases posibles:



Vemos que mediante su desplazamiento el jugador ha conseguido una posición como para darle un pase-gol a uno de sus compañeros.
Mediante estos movimientos el equipo debe llegar al arco rival.
A la vez, los jugadores del equipo contrario intentarán disminuir el espectro de pase. A esto se llama “marcar”.
En la lucha de fuerzas geometristas entre los jugadores de ambos equipos se basa el fútbol.

El pase ideal es aquel en el cual el jugador recibe la pelota en un lugar en el que no estaba, al que tuvo que llegar para recibir la pelota. El pase genial no va adonde el jugador está, sino a donde la pelota tiene que ir.
Como se ve, nuestro planteo implica un juego de pelota contra el piso, sin levantarla. Levantar la pelota, en general, es dividirla.
Y evidentemente, también implica jugar con la cabeza levantada, en percepción de la espacialidad y cinemática de los jugadores y de todos los ángulos de pase posibles, tanto del que tiene la pelota como de los que pudieran ser los receptores.
[...]
Eso en cuanto a lo espacial.

(continúa)