jueves, 10 de octubre de 2013

Paladar gris

Por Daniel A. Liñares

“El paladar negro se acabó cuando se retiró el Bocha”, dijo Clausen. Y tiene razón el Negro. Y digo que tiene razón más que nada por el hoy día, se siente un ansia de resultado como nunca se sintió en el Ser Rojo. Entonces, si acordamos con el Negro Clausen, hoy día se configurarían dos clases de hinchas de Independiente: los que alguna vez tuvieron paladar negro (los que vimos al Bocha), y los que no. Digámoslo: Hay una nueva generación de hinchas de Independiente que no sabe lo que es el fútbol.
Y el hincha de Independiente que va a la cancha tiene más bronca que ganas, los cantos terminan —empiezan— derivando siempre en amenazas o quejas. Lo cual genera presión donde el jugador debería encontrar aliento.
Así las cosas, Independiente, por más resultadistas que sean sus hinchas, no va a conseguir un triunfo desde las tribunas. No podemos contar con eso. Y eso que ya se los dijo todo el mundo, que puteando no ayudan: Gallinego, Miguelito Brindisi, incluso ahora De Felippe, que el que no putea ayuda y el que ayuda no molesta.
 “No somos Racing”, nos dicen a quienes reclamamos aliento, o por lo menos inteligencia al momento de sugestionar a los jugadores que están en el terreno de juego. Ni hace falta aclarar nuestra identidad, deben estar muy confundidos (los que no vieron al Bocha) para necesitar esa reafirmacíon. Pero, les digo, hay una gran diferencia entre no alentar y putear al equipo. El paladar negro tiene que ver, si mal no recuerdo, en todo caso, con no alentar cuando el equipo no brinda fútbol, y no con putearlos por eso. Y con alentar cuando hace falta remontar alguna situación. O sea: ahora.
Obligan al plantel a ascender en una temporada, cuando ya no se gana con la camiseta. —Y menos jugando Independiente con una camiseta azul o con la camiseta de Estudiantes de la Plata, dicho esto último con el respeto justo y necesario, mínimo indispensable que se pueda tener hacia la casaca que vestía el mediocre que lesionó de manera definitoria la carrera de Bochini.
Pero qué se le puede decir a un resultadista, si desde que se retiró el Bocha todos somos resultadistas. Antes no hacía falta: el Bocha nos hacía grandes, cantábamos en la cancha con la naturalidad que brinda la alegría.

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