martes, 9 de septiembre de 2008

Pobre Messi, por Mariano Fiszman

Pobre Messi

Pobre Messi. Pobre viejo Leo Messi. Sin temor a equivocarme puedo asegurar que todos los que ayer estuvimos en Paysandú viendo la final de la liguilla clasificatoria para la Copa América Unida 2030 en algún momento sentimos y dijimos lo mismo: pobrecito.... El que alguna vez fue el “Mesías” salió a la cancha con su aspecto de las últimas semanas, apático, los ojos gelatinosos, la lengua fofa entre los labios y ese gesto de tirarse el mechón hacia atrás que hoy, con la calva ganándole por goleada, resulta un tic esquizo escalofriante. Bajo la camisa listada blanca y marrón de Paysandú, bajo la publicidad de cerveza Pilsen Gold, se traslucía, sobre su panza voluminosa y su pecho hundido, la foto de la cara de Jennifer, su musa inspiradora, esa antigua novia de la infancia que tal vez vaya a ser siempre su amor imposible. La historia es conocida. El juramento en un terraplén del viejo y pobre Rosario, el viaje a Barcelona que los separó, la fama, el casamiento de Jennifer con un pedicuro, los millones de él, los hijos de ella, las cartas sin respuesta, los triunfos, las lesiones, la soledad, los años, siempre los años, y la pelota, esa puta que se busca otros más jóvenes, más ricos y más rápidos, y la hemiplejia del pedicuro y los nietos mellizos y Jennifer firme incapaz de abandonarlos, y finalmente Messi que deja el Stars de Alaska y firma con Paysandú con la ilusión de estar cerca de ella. ¿Qué es cerca, en el amor? ¿Qué es lejos? Siempre estuvo a mi lado, dice Jennifer. Nunca pude estar con ella, llora él. Y la pelota gira. Y entre las piedras y los pozos y las matas del estadio Berugo Es Uruguayo, del Paysandú, vemos a Messi deambular sin sentido. Rodeado de hostiles camisetas azules y amarillas, no la toca. O la pelota no le llega o le rebota, o no se entiende con los compañeros, o el nudo en la garganta no lo deja respirar. Cuando hay un tiro libre, de donde sea, lo pide él, con la esperanza de que un gol le deje mostrar la foto que tiene abajo de la camisa y, aunque sea así, besarla, pero todos mueren en la barrera bohemia. El segundo tiempo lo encuentra pateando piedras contra el alambrado, totalmente desentendido del juego, insultado por los hinchas locales. El final del partido, sentado el círculo central, con el referí guyano que le quiere tocar la cabeza para consolarlo, y él que en un gesto agreta lo esquiva y se come una roja insólita. Igual Paysandú ya quedó afuera. Pero eso a quién le importa. A quién le importa el resultado de un partido, comparado con esta estampa cruel de la vida. Sí, es verdad, este cronista debe decir que Atlanta le ganó a Paysandú tres a cero, que en el arco bohemio debutó el nieto de Gatti, que sus jugadores festejaron una victoria merecida con alegría genuina y que ahora viajan a Colombia, donde lo espera el Deportivo Betancourt. Dicho esto, por favor, ahora déjenlo callar.

Paysandú (uru) 0- Atlanta (arg) 3, informe de Lucas Fiszman, para Macri Press International.

9 comentarios:

  1. ovación para el cronista
    y abrazos para Messi

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  2. Fontanarrosiano.
    Gracioso y melanco en partes iguales.
    Me encantó.

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  3. las vueltas de la vida a todos nos esperan y la esperanza de la casualidad de ser un día cracks. Fútbol y vida: un golazo.

    Ale

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  4. comentario de entretiempo:
    Coco, me hinchaste las pelotas.

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  5. comentario de final de partido:
    ay mi dió!

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  6. el resultado es lo único que da, a este texto, su condición de imposible.

    Magistral.

    Eduardo R.

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  7. Aclaro: el resultado del partido.

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  8. Pobre de vos.
    En el 2031 hablamos, eduardo erre.

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