martes, 26 de mayo de 2009

La canchita de mi barrio

Por Hilario González


Esta pintada data de 1975 y todavía sobrevive en la pared del Regimiento de Granaderos, en la calle Savio entre Santos Dumont y Concepción Arenal (cerca de Cabildo y Dorrego). En la foto, se ve el sector destinado claramente al visitante y lo que era el “Arco de Entrenamiento”, como lo llamábamos nosotros. (Alguna vez explicaré por qué es la cancha más rara en la que jugué).



Mariano, Lali, Gongui, Ensalada, Dani, Miguel, Marcos, Diego, Richi, Lisardo, Federico, Pablito, Riqui, Eduardito, mi hermano Fer y yo teníamos entre 8 y 11 años en el 75. El “Equipo de la Cortada” o también conocido como “Equipo Savio” brilló hasta el 78. A partir de entonces algunos empezamos a pasar más tiempo jugando al verdad-consecuencia con las chicas de la cuadra.
Pasó el tiempo (no quiero sacar la cuenta). Mi hermano vive en Catamarca. Riqui tiene una fábrica de pastas cerca de Plaza Irlanda (sucursal de Pastas Quique en Cabildo al 400, la recomiendo). Eduardito hace cosa de 5 años vendía electrodomésticos en el Rodó de Cabildo (le compré un lavarropas que nunca tuvo problemas). Richi es (o era) un alto ejecutivo de la cervecera Quilmes, pero no lo veo hace mil. Los demás, nada. Ni siquiera me acuerdo sus apellidos (si es que alguna vez los supe).

Igual, donde quiera que estén, les mando un abrazo enorme.

jueves, 21 de mayo de 2009

Fútbol en la radio

por Fernando Aíta

El partido siempre es más vibrante en la radio que en la tele: hasta un cero a cero arreglado puede resultar entretenido.

La transmisión televisiva nombra lo obvio: los relatos son epígrafes (con frecuencia malignos) de las imágenes, que se bastarían por sí mismas. Sentí la diferencia en la cancha con su banda de sonido original.

Más allá del resultado o las situaciones de riesgo: el relato radiofónico lleva su ritmo. Porque la radio reconstruye el fútbol para un espectador ausente, a partir de un solo canal, el audio: los fraseos del relator y los arreglos de comentaristas; los cantitos, chiflidos o aplausos de las hinchadas; la señal de la hora; los llamados de los corresponsales; las cortinas después de los goles y los cambios; el jingle de la emisora, y los de los anunciantes.

La radio también es parte de la industria del espectáculo pero, a diferencia de la tele, que no para de emitir publicidad (del canal, de los espónsors y las que cercan el campo de juego), el negocio de la radio se subordina a lo que pasa en el juego: los anunciantes (igual que los comentaristas) tienen que esperar al tiempo muerto, la jugada intrascendente, un lesionado, un cambio o la pelota fuera de la cancha.

La transmisión radial sigue la lógica de la charla: entre el que habla y el que escucha hay un terreno de conocimientos en común que se va expandiendo a medida que la comunicación se desarrolla.

El relator momento a momento cuenta en qué parte de la cancha está el balón, qué futbolista lo maneja, quiénes lo disputan o lo esperan, y con la entonación exaltada y la frase frenética le imprime a la narración la intensidad que los futbolistas le pongan al juego. (Hermeto Pascoal hizo los temas “Tiruliruli” y “Vai Mais, Garotinho” sobre relatos de jugadas).

Los comentaristas y los que están en el terreno, con información concisa, lo ayudan a evocar, describir, recrear el espectáculo de las tribunas, las condiciones en el campo, los gestos o palabras de jugadores, técnicos, árbitro y asistentes.





No confundirsa a la radio con la televisación de tribunas más relator. La tele te obliga a tener los ojos en la pantalla. Si sólo escuchás el partido, podés hacer otras cosas: pintar una puerta, arreglar un aparato, jugar a las barajas, manejar o lavar un automóvil.

La radio más futbolera es rectangular, cabe en la mano y se escucha contra la oreja. En una época venía con un audífono solo. Es para tipos que se apasionan al punto de andar siguiendo un partido por lugares donde la tele está vedada. Algunos viejos todavía la llevan a la cancha (no es fácil pasarla en los controles). Son los que les revelan a los que están alrededor quién es el autor del gol dudoso, anuncian los cambios, confirman si fue o no fue, adentro o afuera, a quién echó, cómo va el enemigo en el desempate. Por lo menos lo que dice la radio. En los noventas llegaron los aparatos digitales y MP3 que no tienen AM, y las FM no transmiten fútbol. Ahora a nadie se le ocurriría agarrarselá con un relator, pero me acuerdo de haber escuchado puteadas para Víctor Hugo botón (x 2), sos amigo de Boca, la puta madre, que te parió.

Ahora se televisan todos los partidos y a lo sumo dos se juegan en simultáneo. Hace diez años (ver aniversario de TyC), toda la fecha se jugaba en simultáneo, y a cada rato oías:
–Gol de Talleres.
–Esperá que acá se la lleva Martínez por izquierda, pasa a un hombre, levanta el centro... ¡ah, no! El mamarracho que hizo... Vamos a Córdoba, Marcos Gallo.
–Gol de Talleres, Núñez de palomita después de un centro impecable de Zelaya desde la izquierda. En 35 del segundo, Talleres le gana a Mandiyú por 2 a 0.

Hay tipos que le sacan el volumen a la tele y sintonizan el partido. En general, medio tocados. Y no se bancan a los muñecos de TyC y Fox, o son ansiosos, les gusta la sensación de predecir el futuro: porque el sonido viaja más rápido que el video, y la radio adelanta dos segundos. Cuando el nueve en pantalla acomodó la pelota y tomó carrera, en la radio ya la mandó a guardar.

martes, 12 de mayo de 2009

La resistencia

por Mariano Fiszman


Circulan versiones sobre la existencia de una organización clandestina vinculada al fútbol. Aparentemente no se trataría de una red de apostadores, ni de hinchas violentos, ni de una confabulación ambiciosa entre futuros dirigentes, sino de un grupo de personas que adoran este juego y sufren viéndolo degradarse.
Según las informaciones, su único objetivo sería seguir gozando del juego a toda costa, a pesar de que un análisis objetivo de la situación les habría demostrado que el goce del fútbol ya es una causa perdida, y que a medida que pase el tiempo su decadencia se hará cada vez más grotesca. Rechazando su comercialización exagerada, su uso como espectáculo embrutecedor y la pobreza técnica, estética y emocional que lo invaden, sus integrantes se limitarían a jugar picados con amigos. Cada tanto visitarían una cancha para ver, ya no a sus clubes, considerando que la defensa a ultranza de los propios colores condujo a la histeria destructiva actual, sino a los pocos jugadores que los alegran, tan aislados en el campo de juego como ellos en el mundo, tan presionados por el mal gusto de rivales, compañeros, hinchas, técnicos y dirigentes como la sociedad por los medios que propagan imágenes del horror disfrazándolas de emotivas y simpáticas. Pondrían los relatos deportivos radiales como fondo para dormir la siesta o mientras realizan tareas de bricolaje en sus hogares, verían los partidos oficiales sin sonido mientras escuchan desde Rachmaninov hasta Eminem a todo volumen, y usarían los suplementos deportivos del diario para juntar yerba usada, excrementos de perros y gatos, y para limpiar las parrillas antes de poner la carne.
Fuentes confiables indican que la cantidad creciente de clandestinos sería insignificante dentro del padrón global de espectadores, y harto incapaces de afectar en lo más mínimo el buen funcionamiento del negocio. Tampoco habría que temer acciones concretas de su parte.

Reporte de Simona Simeone Márquez para Macri Free Press International, Buenos Aires, 31/4/1984 bis.

domingo, 10 de mayo de 2009

Dijo Manu Chao



"Es evidente que en Europa hay una radicalización peligrosa de la gente hacia la extrema derecha. No sólo de los partidos políticos, como siempre se habla, sino también de los grupúsculos que están vinculados actualmente con lo que es fútbol. Los más grandes activistas de extrema derecha en Europa están en la cancha de fútbol. Y eso es como hablaba antes de las universidades, hay un frente de lucha en las canchas de fútbol también. Hay muchos movimientos que viven y nacen y se propagan en la cancha. Eso es más preocupante porque quiere decir que ya no es gente que vota por un partido, es la juventud de un barrio. En España eso es muy claro: no hay partido de extrema derecha que haga votos, pero hay mucho facha (por fascista) en el Barca, en el Atlético, en el Real, donde ya han tomado tanto una parte de la cancha que hasta los clubes no pueden con eso. El caso más claro de eso, donde se ha vuelto insostenible, es en Yugoslavia, donde un asesino como Arkan, que se cargó a no sé cuántos serbio-bosnios, no reclutó su ejército en círculos paramilitares sino en la cancha de fútbol."


En mayo de 2000, Manu Chao vino a tocar Clandestino en Mendoza y Rosario.
Encontré este pedazo perdido en una desgrabación de la conferencia de prensa que Manu Chao dio en Rosario
.


por Alejandro Güerri
para Un golazo.

miércoles, 6 de mayo de 2009

El Messi hindú

por Guillermo Meza

El Yokohama Marinos de Japón estaría a punto de hacer efectiva la compra de Mirko Al Ganzar Arganahizir o, como se lo conoce popularmente, “El Messi hIndú”, que en este momento está explotando en el River Plate de Mongolia.

viernes, 1 de mayo de 2009

Fútbol 5


por Alejandro Güerri

Organizar un fútbol entre amigos es un trabajo no remunerado. En la época en que me ocupé fuerte del tema (qué importan los años), la cosa se hacía con llamados telefónicos, no por mail. El código era que íbamos todos los que habíamos jugado la última vez y el que por x causa no podía, avisaba. No estaba estipulado con cuánto tiempo de anticipación había que avisar que uno no iba y podía pasar que alguno una hora antes diera el no a cambio de un bautismo, un malestar post viernes, un quilombo con una novia, fiaca.

Después vino el mail y la cosa se agilizó bastante pero no del todo. La impunidad de no dar la voz por teléfono dio pie a que cualquiera cancelara con un “no puedo” seco como tinta de word a minutos del encuentro. Y esa zona gris de que si no chequeaste los mails en el momento justo porque estás lejos de una computadora, cagaste, somos nueve y qué pasó, quién no vino.

Como organizador, uno descubre entre los amigos a los fieles del fútbol, a los que se bajan y les chupa un huevo conseguir a otro, a los que se presentan como si hubieran sido convocados por Diego para las eliminatorias y se dedican sólo a jugar, los que arman los equipos, los que protestan por todo, etcétera.

Una de las situaciones más absurdas y gratificantes que genera organizar un fútbol es llamar a cualquier persona que uno conoce y sabe que la invitación a jugar un partido, por lo menos, le produce una duda: ¿voy o no voy? En general, esos jugadores de alma que conocí en trabajos, facultades, equipos de once, el barrio, a través de amigos, siempre dicen sí. Son los seres que Bilardo, Bianchi y Bielsa pondrían a jugar en cuatro puestos distintos a la vez, los tipos que llegás a la cancha y te reciben con una sonrisa, elongando.

Hay actitudes que cuando organizás, te tocan un poco los huevos pero ninguna situación negativa y mezquinamente pensada por uno logra derribar el placer de conseguir diez a como dé lugar y ver que la pelota corre y la cuenta abultada de los goles se mantiene mientras se oyen gritos, se revientan tiros a kilómetros del palo y se grita uuh, bien, bien, vamos, la próxima entra.