martes, 24 de febrero de 2009

Vendas

por Mariano Fiszman


El primer indicio de que dejaba de ser joven, mucho antes de que soplaran vientos de calvicie y de tener que levantarme a mear en la mitad de la noche, fueron las vendas.
Todo empezó con el primer esguince de tobillo. Un sábado a la tarde, en la canchita de Godoy Cruz, choqué con un tal Cachi que era medio mala leche. Dos semanas después, cuando volví al vestuario, llevaba en el bolso dos cilindros blancos que ya no me abandonarían. El médico me dijo: tobillera y venda, sí o sí.
Las vendas, me enteré, se compran en cualquier casa de deportes. Las tobilleras también, pero son más jodidas de elegir, tienen talles. Yo por ejemplo tengo una más chica que la otra y que me ajusta mucho. Pero no quiero hablar de las tobilleras sino de las vendas, si bien siempre vienen juntas y a su manera son una de esas “pequeñas sociedades” de las que hablaba Menotti en sus micros de fútbol auspiciados por Shell, creo, año 80-81 (donde lo veíamos hablarle mucho al pelado Díaz, mostrar cómo el que va a picar al vacío por la punta tiene que pasar siempre por ATRÁS del que lleva la pelota, y también explayarse con voz de vodka sobre su máxima: “Para poder entrar hay que saber salir”).
Como todo lo que uno usa en la cancha, la venda tiene un régimen de uso particular. Por dos horas de trabajo descansa el resto de la semana. Pero a diferencia de la camiseta o del short, esa semana no es del todo vacía y tiene sus vueltas.
Después de jugar, el cóctel venda-tobillera-media es venenoso, claro. Hay que desprendérselas con dos dedos y ponerlas a lavar urgente. No en el canasto del baño, al lavadero directo. Al balde.
Lavadas y secas, hay que dejarlas listas para el próximo partido. Lo mejor es plancharlas con plancha no muy caliente y enrollarlas. Eso me lo hacía, por la época en que las empecé a usar, una señora que venía a limpiar a casa y que tenía un hijo que jugaba de 4 en la tercera de Almirante Brown. Nunca nadie las dejó como ella. Gracias, Marta. Ojalá que tu hijo haya llegado a primera.
A las vendas sin planchar se les hacen pliegues a lo largo que en algún momento hay que eliminar, sino molestan. Bajando el nivel de exigencia, cosa que no recomiendo, se puede prescindir de la plancha. Nunca del enrollado. No hay nada peor que llegar nervioso al partido y sacar del bolso una tira de cuatro o cinco metros de largo que viborea por el piso sucio y húmedo del vestuario. A cada vuelta hay que recogerla y pasarla toda por encima del pie hecha un bollo, como esas banderas que la barra pasa por encima de las rejas que dividen la platea de la popular.
El enrollado se lleva bien con la televisión. Ya sea encendida, viéndola con un sólo ojo mientras los pulgares la hacen girar como quien arma un cigarro, ya apagada, parándose adelante del aparato y usándolo de apoyo. Recomiendo empezar alrededor de un lápiz o birome, que se extrae al final de la operación, y aplanar las arrugas sobre el techo de la tele con la mano libre. Es rápido y quedan bien.
Después, algunos las usan flojas, indicio de que no “ponen”. Otros se encinchan con enjundia, y no se calzan la tobillera hasta que no ven su pie rojo como una tarjeta. Aconsejo, como para todas las cosas, un punto medio. Si hubiera que elegir, sin dudas: aprieten.

lunes, 23 de febrero de 2009

Clásico de Avellaneda 09

Cancha de Huracán: Daniel me señala que las tribunas son rojas y blancas; somos más locales que en el Cilindro de Perón.
Lluvia de papelitos. El partido se demora 10'.
Hay diez, doce pibitos y nenas, de entre 4 y 7, del Estrella y de Villa Caraza, corriendo por todo el bufet. El barullo ensordece.
Independiente, con camiseta nueva, arranca mejor: al minuto desborda Moreira. Córner.
Nos quedamos en campo de Racing. Faul desde la izquierda. El réferi le pone espuma yilet al pasto. Centro al área. Salta Pusineri entre los arbustos de la defensa visitante. ¡Gol, carajo!
Tengo cinco compañeros de Rácin, dice Marina. Lo bueno, le digo, es que los lunes no se habla de fútbol; hablan los viernes.
Racing preocupa solamente al Chocho Llop y a los hinchas.
El Rojo hace poco para el segundo.
Momento violento. Rodriguez le dice a Yacob: "Si están enojados con ustedes mismos, no se la agarren con nosotros".
Otra banda de guachines de 10, 11 años, hace batucada con vasos de plástico en una mesa de fórmica.
Sale Vittor, apaludido, y entra el Toti Ríos. El Negro Moreno podría dejarle su lugar a un futbolista.
Uno de la Academia patea de como 30 metros, ¡y al arco!: atajada de Assman.
Penal al Chuco Sosa. El Rolfi lo pateó impecable las dos veces (les metimos 3).
Entró Centurión por Mancuello, e Higuaín por Sosa, muy aplaudido.
De a ratos pinta el "OLE".
El Negro Moreno no sabe ni lo que es el orsái.
A nadie se le ocurre que Racing pueda meter un gol.
2 a 0 final. Empieza el gaste.

viernes, 20 de febrero de 2009

La tormenta

Por Laurent Jacobi, desde Marsella.

Aeropuertos cerrados, millones de gentes sin electricidad durante días, algunos accidentes mortales y selvas destruidas, el mes de febrero 2009 en Francia no será olvidado. La primera tormenta del milenario según los medias, un error meteorológico para los científicos, la prueba del cambio climático dijeron los ecologistas. Ninguno entiendo la evidencia.

El viento empezó un domingo. Cuando un avión de la Iberia llegó en Paris con 30 pibes mal vestidos y un gordito con dos diamantes en las orillas.

4 días de locura. 4 días y una pregunta. ¿Donde esta el gordito?

La verdad no la conozco. Sé solo la leyenda.

No quedó en Paris una segundita. Se fue directamente en Marsella y el tornado también. Algunos dicen que era muy nervioso porque la TV francesa negó pagar 100 000 dollares para una entrevista.

En Marsella, los efectos del ciclón persiguieron. El lunes, un hotel retranquilo del barrio chico se transformó en campo militar. Un pequeño pueblo de la zona, Gemenos, sufrió mas. Era el terreno de entrenamiento de los chicos. A el gordito no le gustó la césped. Pidió silencio y no espectador. Maldita tormenta, dos hombres cayeron de árboles. Al final, los puertas se abrirán y regaló un gante a una mujer. ¿Lo de la mano de dios? Misterio.

El martes, los grandes profesores franceses perdieron sus nervios contra la institución. Un drogado casi analfabeto había sido elegido Doctor honoris causa. ¿Pero de qué causa?
Tomé el tren miércoles. Dirección el amistoso. Previa trabajar un poco en TGV sobre mi compu. Fue imposible. El elegante tren donde esta prohibido fumar y gritar al celular parecía una barra brava.
A los sietes de las tarde, llego al Stade Vélodrome, la cancha de mi juventud donde ha visto no sé cuanto partidos de l’Olympique de Marseille. Sorpresa, hay mas remeras blanca y azul que francesas. No es una invasión argentina y tampoco porque son los colores del club local. Son solo otros efectos de la tormenta.
El pueblo de Marsella es especial. Muchos habitantes dicen que antes de ser Français son Marseillais. Además “Les bleus” y su técnico no son muy amados. Para prevenir todo risco de silbados, la federación francesa había distribuido 15 mil banderas tricolores. Muy lindas fueran las banderas en el viento pero nada que ver con la ola de aplausos para saludar la entrada del gordito.
¿Qué decir sobre el partido?
Una equipo nerviosa sin genio y inspiración con miedo de herirse
frente
un grupo seguro con ganas y pilas sin complejo
por un resultado lógico.
2-0 por dos rayos en el ojo del huracán.

A la 75’, cuando Messi puso un motor en sus piernas y voló en la defensa francesa, entendí que la tormenta estaba a su climax. Hubo algunos olé, olé y olé para joder la mediocridad del juego franchute y felicitar el toque Gaucho. Y nada mas. Los 60 000 mil personas salieron de la cancha en el frió pero sonriendo: el viento estaba cayendo.

miércoles, 18 de febrero de 2009

Ganar o ganar

de Hilario González

El fútbol es un estado de ánimo. River pasó de Campeón a último en sólo seis meses y ahora, por ganar dos partidos seguidos, ya se creen todos los problemas resueltos. Todo porque un gordo camorrero y boca suelta vino a copar la parada. La manga de inservibles que terminaron el torneo pasado, de pronto se esconden detrás del gordo y ponen coraje, al menos, para salir del pozo.

Pero el tema es otro. Me quiero meter en un barrio ajeno y tratar de ver las cosas como si pudiera ser un imparcial investigador de laboratorio.

Este fin de semana Independiente y Racing juegan un clásico aparte, como se dice siempre. En esta coyuntura particular, más que nunca, de los tres resultados posibles, para ambos sólo está permitido uno: GANAR. Obviamente, esto es imposible, para los dos al mismo tiempo. Ambos equipos lo saben. Lo saben los directores técnicos, los dirigentes y los jugadores.

El hincha, cada hincha, no admitirá una derrota de su equipo. La hinchada como suma de hinchas es más intolerante aún. En el perdedor, probablemente echen al técnico, los compañeros se pelearán entre sí, habrá apriete de la hinchada y los dirigentes darán alguna explicación a los sin consuelo, etc. Esto también lo saben los directores técnicos, los dirigentes y los jugadores.

Si tenemos en cuenta el proceso lógico que surge del equilibrio de voluntades contrapuestas, se vislumbra una tendencia silenciosa hacia el empate. Un acuerdo tácito, inconsciente: el miedo a la derrota, individualmente condicionará a cada protagonista y estará presente hasta en el árbitro que no querrá ser el causante de ninguna catástrofe. Habrá empate, entonces.

Por las dudas, abro el paraguas: en el fútbol poco tiene que ver la lógica y sabido es que resulta necio apostar en base a un análisis de este tipo. La pelota es caprichosa y, además, mucho y cada vez más los estados de ánimo son determinantes.

martes, 10 de febrero de 2009

RH positivo

El miércoles 24 de noviembre de 2004, un control antidoping que le hicieron a René Higuita en Ecuador dio positivo. Le encontraron restos de cocaína y lo invitaron a irse del país. Antes de su partida, Higuita pidió dar una conferencia de prensa y esto le dijo a los hinchas.
Ilustración: Guille Meza

Queridos amigos:
(…)Por una parte, siento una alegría inmensa, desde el 30 de enero de este año, fecha en la cual, gracias a Dios, tuve la posibilidad de venir a este querido y bello país, que tanto me amó, apreció, respetó y honró a lo largo de este año. Y por otra parte, siento una tristeza y un dolor profundo al momento de afrontar una situación que escapa a la racionalidad humana. Es un dolor que nadie puede comprender, una pesadilla que yo estaba seguro que no iba a revivir. Pero el pasado siempre acaba por cobrarnos sus cuentas. Espero solamente que la vida me dé la oportunidad de probar que cada día seré alguien mejor (…) Recientemente fui sometido a un control antidoping, que se reveló positivo. (…) Le doy gracias a Dios por la serenidad que me dio en ese momento, serenidad que sólo sienten aquellos que tienen el alma y el corazón libres de todo pecado y de toda falta. Pero, como dicen los sabios, ser un líder nos impone que digamos la verdad. Dios y yo sabemos que la vida me hace pagar los errores del pasado, errores que con el tiempo, yo acepté y tuve el coraje de afrontar y de superar. (…) No exagero cuando digo que estoy en uno de los mejores momentos de mi carrera deportiva y de mi vida personal. Estoy sereno, la conciencia libre, porque no traicioné a nadie (…) Yo me siento en plena posesión de mis medios, físicos y sicológicos, para continuar participando en el desarrollo del fútbol ecuatoriano y mundial, con la alegría necesaria para que las familias se mantengan unidas, para que los niños conserven su eterna sonrisa y para que los jóvenes continúen creyendo que sus sueños se realizarán, con un poco de suerte y mucho trabajo. Pero en este momento aparece este fantasma, que trae de nuevo una serie de situaciones confusas, que forman parte de mi historia, no la mejor desafortunadamente y, de esta historia voy a hacer algo grande para los niños y los jóvenes, aportándoles toda mi experiencia y todos mis recursos, para que avancemos juntos. (…) Porque somos capaces de aprender de nuestros errores, de corregirlos y de ayudar a aquellos que vienen, a no cometerlos. Estoy seguro que esto no es un adiós y que nos volveremos a ver. Quisiera confesarles algo. En ciertos momentos, tuve la tentación de retirarme del fútbol. Pero ahora, nunca estuve más lejos de esa idea. Porque me voy. Me voy con la frente alta y el corazón fresco. Dios los proteja, por todo lo que hicieron por René Higuita. Como dijo Aristóteles: “la esperanza y el sueño del hombre despiertan”. Hasta luego y gracias.

René Higuita