martes, 2 de septiembre de 2008

Los números de Boca

por Fabián Preciado

Estaba en casa ojeando unos Gráficos viejos y vi una foto que nunca más me voy a olvidar. Porque es una imagen que desgraciadamente me tocó ver en vivo y en directo.

A mediados de los ochenta, estuve involucrado involuntariamente en una disputa entre un joven y su padre. El tema es que ese muchacho de casi veinte años era mi hermano, y su papá era también el mío. Mi hermano es hincha de Racing, fanático. Mi viejo, de Boca, y aunque a esa edad había dejado un poco de lado su fanatismo, ya había tolerado que sus cuñados le hicieran hincha de otro equipo a su primogénito, y no estaba dispuesto a que su segundo hijo se le escapara por la misma senda.

Futbolísticamente hablando, fueron años muy prolíficos para mí: Racing estaba en la B y gracias a esta disputa que mencioné, iba los sábados a ver a Racing, y -a veces- los domingos a ver a Boca. Tenía ocho años.

Un domingo Boca jugaba contra Atlanta, y mi papá decidió que era una buena ocasión para ir a la Bombonera. Era una época jodida para Boca: los profesionales no iban a jugar porque estaban de huelga. No les pagaban. Boca presentaba a la cuarta.

Cuando por fin salieron los equipos, se generó una confusión que increíblemente nadie había previsto: ambos equipos pensaban jugar con sus camisetas "titulares" que, ya sabemos, tienen los mismos colores. Inmediatamente, el árbitro del partido mandó a cambiarse a los jóvenes jugadores xeneizes (por ser los locales) y marcharon nuevamente hacia el vestuario.

Impacientes, después de unos minutos la gente se empezaba a preguntar cómo podía ser que tardaran tanto. Habrán pasado unos diez, doce minutos. Cuando los muchachos volvieron a salir por el túnel, la parcialidad local quedó estupefacta. Hete aquí el porqué de la tardanza. Al parecer los utileros de Boca no contaban con un juego de camisetas alternativas, y no se les ocurrió mejor idea que vestir a los jugadores con unas remeras de entrenamiento blancas y pintar, sobre cada una de sus espaldas, unos números muy mal dibujados con fibrón negro. Sí, era Boca. Boca Juniors jugando en la Bombonera, dando uno de los espectáculos más vergonzosos de toda su historia. La gente no lo podía creer. Los más osados se rieron. La mayoría, en cambio, principalmente la gente grande (como mi papá) primero se indignó, luego se llenó de bronca e impotencia, y por momentos quedó al borde del llanto.

Para peor, con el correr de los minutos la transpiración hizo que los números destiñeran y que sobre las espaldas de algunas camisetas se formaran verdaderos garabatos. Como no podía ser de otra manera, Boca perdió. 2 a 1.

A pesar de que Racing no estaba mejor, mi viejo no iba a hacer sufrir a un hijo. Desde aquella vez, dejó de llevarme a la Bombonera y ya no me insistió más con que me hiciera de Boca.


3 comentarios:

  1. me copó
    no conocía la historia y me gusta el cruce con la biografía
    groso!

    ResponderBorrar
  2. por el título pensé que iban a hablar de Boquita puntero con un partido menos

    pasión xeneize

    ResponderBorrar
  3. Escuche ese partido de Atlanta por la radio...

    Grande Bohemio!!
    Que recuerdos!!

    ResponderBorrar