lunes, 2 de junio de 2008

Clásico de Avellaneda en Gerli

Ir hasta Liniers a las 2 de la tarde es un despropósito. Lo vemos en el Estrella de Echenagucía.

Tras la puerta hay una reja que separa la escalera que lleva al ciber en el entrepiso y la entrada al bufet. Entrando a la izquierda hay una puerta que va a la cocina y el otro lado del mostrador, donde el bufetero (un rubio de bigotes) y su señora (morocha lacia) despachan patis, gaseosas, pizas y vermut. Encima de ellos, en una jaula -se robaron la anterior- está la tele de 29'. Los equipos salen a la cancha.

En la mesa redonda del centro se sienta gente del club -técnicos de papi, miembros de la comisión, pibes que jugaron hace unos años y empiezan a tener hijos futboleros, vecinos- del Rojo y de la Acade y algunos de otros clubes. Atrás y a los costados, otras tres, ocupadas por mayoria de hombres entre 5 y 80 años. Alguna novia y alguna mamá joven. Saca Independiente. Nos sentamos con El Tripo cerca de la ventana que da a la calle.

El Rojo parece arrancar animoso y tengo la sensación doble del último clásico: estamos para golearlos y esto termina 0 a 0. Atrás de la tele, por la ventana del entrepiso se ven las piernas de los cibernautas y el lado de atrás de los monitores. Hay un par de jugadas con sensación de peligro. La Academia no hace pie, y algunos de sus jugadores desnudan sus limitaciones: lo más divertido del primer tiempo es uno que le grita a Navia: "Andá a caminar por Florida, chileno".

Se completan el resto de las mesas, unos indiferentes empiezan a jugar al pool, y una mamá con su nene al metegol. Termina el primer tiempo, los espectadores van al baño, renuevan sus bebidas y se polemiza sobre jugadas dudosas, desempeño de los jugadores y quién merece ir ganando. Abajo de la tele hay un cartel: "No se / reserva / cancha sin / seña / Alquiler / Diurno $25 / Nocturno $30".

Salen las equipos para la segunda mitad. El Rojo parece querer llevárselo por delante, pero el envión le dura 10'. En la puerta estaciona una camioneta de mudanzas, abren la caja y entran a bajar pibitos, seis, once, quince, y un par de adultos: son los rivales (creo que de Villa Modelo) que vienen a disputar la fecha de FADI. Montenegro entra y a los cinco minutos abandona la cancha y nuestro entusiasmo. Racing se come un par de goles: travesaño de Sava. El partido es un barullo aburridísimo. Algunos van a ver jugar a los mocosos, seis contra seis: suenan los pelotazos contra la pared y el pito del referí; hay un gol cada cuatro minutos.

Jugadores tirados, y la pelota por el aire y afuera. Final del juego: Racing zafó de una gastada peor; nosotros nos perdemos de gastarlos más. El punto no le sirve a ninguno. Menos mal que no fuimos hasta Vélez.

Fernando Aíta

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