lunes, 30 de marzo de 2009

Somos locales otra vez

por Mariano Fiszman.

Más allá del origen de la palabra hincha, que te lo da internet en dos segundos: viene de un utilero de Nacional de Montevideo que inflaba las pelotas y alentaba mucho al equipo, y de la imagen de un Discépolo sacado que va a ser siempre el arquetipo del hincha, para mí, que este domingo sentí tanta alegría, ¿qué es ser hincha?
Por tres cosas canté todo el partido: club, apodo, barrio.
Por el apodo “Bohemios” yo me hice hincha de Atlanta, a los once años (1976). Ya era Bohemio sin saberlo, porque deambulaba de equipo en equipo: Boca, San Lorenzo, y una simpatía con el Rojo tentado por un tío que me llevó a ver la final Intercontinental contra Ajax y me ofrecía todo el equipo y la pelota. (Otro día hablamos de la psicología del chico que renuncia al Boca de Gatti, al San Lorenzo de Scotta y al Independiente de Bochini y Bertoni para hacerse, o confirmarse, Bohemio).
El club son los colores. Ver toda esa gente caminando con las camisetas y los paraguas y los gorros azules y amarillos por las calles del barrio me aceleró. Uno empieza a caminar más ligero, aprieta los puños, sacude los brazos. Son las mismas veredas de todos los días cruzadas por una electricidad distinta. Esa relación del equipo con el barrio propio que en los clubes grandes se diluye y que la televisación suprime. Los colores, el ruido de los petardos, las canciones, las palmas, la marcha por el medio de la calle, el saludo del de enfrente, las tetas inflando la camiseta de esas minitas que ves siempre en el súper. Lo grosso de jugar de local es que toda esa energía llene el lugar donde uno vive, no ahorrarse el viaje ni que los jugadores conozcan las matas del área chica. (Otro día también hablamos de la utopía de la hospitalidad).
Y qué más: el sol, los goles, la bronca, las banderas, los abrazos con desconocidos, la amargura del gol del otro, el humo dulce de los porros, las fotos con celular, alguien que mea en un vaso, mi hijo que usa mi vieja camiseta de piqué y suelta globos amarillos, hay palitos de frutilla, maníes, la montada, el referí hijo de puta, coca coca, los bomberos nos manguerean, ganamos y las gotas de agua refulgen en el alambrado: fútbol igual fiesta.

8 comentarios:

  1. Genial. Qué ganas de mudarme y hacerme del bohemio.

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  2. Preciosa crónica bohemia. Habría que imprimirla en volantes amarillos y azules y tirarlos al aire en la popular la próxima vez que Atlanta juegue de local y el equipo salga a la cancha.

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  3. Emocionante.
    Dan ganas de ir a la cancha (otro día hablamos del local prestado); acá cerca están las rayas azul y amarillo de Dock Sud.

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  4. Muy lindo, emocionante. Entiendo lo de ver a tu hijo con la remera de piqué.

    El post bohemio anterior se lo linkié a un amigo y me dijo que se emocionó. Si le paso este, se pone a llorar.

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  5. Otro hincha Bohemio saluda y felicita por la crónica. El Gran Leon volvio a rugir. Saludos y Felicidades. Pocos entienden lo que nosotros sentimos el Domingo pasado.

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  6. Defendés los colores de tu club, pero transmitiendo lo que sentimos todos. El que fue a la cancha alguna vez, y lee esto, siente ganas de volver a todo eso.

    Gracias.

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  7. Excelente!!
    Cuando desarmaron la cancha, temí que pasaran los años y vivieramos el abandono, pero verla construída es buenísimo!!!!!!

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  8. Hermoso comentario. Y más hermoso saber que alguien con mi mismo apellido también es hincha de Atlanta y ni nos conocemos.

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