domingo, 10 de agosto de 2008

Pensamiento sin palabras I

por Daniel A. Liñares

[...]
Para mí el pensamiento puede carecer de palabras. Es decir, hay mucha teoría e —y más bien— hipótesis acerca de que el pensamiento no sería independiente de la palabra. Y eso, para mí, y a partir de ahora para el mundo, es absoluta y completamente falso. Y la demostración más clara —pudiendo ser acaso la única— es la existencia del pensamiento geométrico (por no pensar en el matemático). Su puesta en realidad más clara es tan terrenal que me encanta: Jugar al fútbol. A la pelota, mejor dicho (argentinismo absolutista con respecto a la utilización de una pelota dada: con los pies, puto).
El pensamiento futbolístico no tiene nada que ver con la utilización de la palabra. Es completamente independiente de la palabra, no sólo no la necesita sino que incluso le está de más. Está más bien del lado de la intuición (que etimológicamente significa mirada).
El pensamiento futbolístico es un pensamiento básicamente geométrico-cinemático, pensamiento de formas en movimiento. O sea, estamos hablando del fútbol posta, de las enseñanzas de los artistas del fútbol, el Bocha, Román, y, en realidad, paremos de hablar. Porque si bien Maradona manejaba estas nociones, al ser él puro sentir y empatía con la materia partícipe del elemento pelota, el juego que practicaba no se basaba tanto en el pensamiento. Nadie podría, viéndolo jugar a Maradona, nadie podría aprender a jugar como él. En cambio, el pensamiento futbolístico sí es aprendible, si uno está atento.
Bueno, la lógica del pensamiento geométrico futbolístico. Listo, basta de vueltas: Dados dos equipos, el equipo Azul y el equipo Rojo, en todo momento que un jugador cualquiera, por ejemplo un defensa del equipo Azul, tiene la pelota, se abren espectros de posibles pases a sus compañeros de equipo (en verde claro), el pase ideal, el menos interceptable, se desarrolla sobre la bisectriz de los ángulos determinados por las posiciones de los jugadores contrarios con respecto al jugador que tiene la pelota (línea amarilla):


Los otros jugadores del mismo equipo del que tiene la pelota, tienen la responsabilidad de desplazarse para generar la posibilidad del pase, es decir, deben cortar en algún punto alguna bisectriz. A esta acción se la llama “mostrarse” o “desmarcarse”:



Entonces, el jugador que tiene la pelota puede, por su parte, desplazándose hacia los costados, ir variando los ángulos de pases posibles:



Vemos que mediante su desplazamiento el jugador ha conseguido una posición como para darle un pase-gol a uno de sus compañeros.
Mediante estos movimientos el equipo debe llegar al arco rival.
A la vez, los jugadores del equipo contrario intentarán disminuir el espectro de pase. A esto se llama “marcar”.
En la lucha de fuerzas geometristas entre los jugadores de ambos equipos se basa el fútbol.

El pase ideal es aquel en el cual el jugador recibe la pelota en un lugar en el que no estaba, al que tuvo que llegar para recibir la pelota. El pase genial no va adonde el jugador está, sino a donde la pelota tiene que ir.
Como se ve, nuestro planteo implica un juego de pelota contra el piso, sin levantarla. Levantar la pelota, en general, es dividirla.
Y evidentemente, también implica jugar con la cabeza levantada, en percepción de la espacialidad y cinemática de los jugadores y de todos los ángulos de pase posibles, tanto del que tiene la pelota como de los que pudieran ser los receptores.
[...]
Eso en cuanto a lo espacial.

(continúa)

2 comentarios:

  1. aja simplemente espectacular! a la segunda linea ya sabia que eras vos!

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  2. es una cuestión de fe
    más claro echále agua,

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