martes, 13 de mayo de 2008

La pared

Lucas tiene 6, es fanático de la pelota y habilidoso. Como vive con la abuela, la tía Manú y dos hermanitas, practica sólo en la colonia.
Pero al cumpleaños vienieron el tío Nahu con sus amigotes, y ¿qué mejor ocasión para demostrar su talento?
Accedimos: mientras hacíamos el asado en el quincho, Nahuel y yo nos dejamos gambetear por todo el fondo, y Daniel no alcanzaba a desviar los disparos que cruzaban la línea de los dos árboles.
Hasta que nos aburrimos del virtuosismo y de nuestras pobres actuaciones, y decidimos enseñarle un concepto clave: el toque y devolución. El juego en equipo.
Tomála vos, dámela mí, andá a buscar. Se la morfó un par de veces hasta que empezó a confiar en que igual iba a ser él quien resolviera los mano a mano, en que la pelota le iba a volver, en que podía seguir jugando sin la bola atada a los pies.
Es posible que no lo ponga en práctica de inmediato, que en el barullo de los partidos todos los pibitos corran atrás de la pelota hasta clavarla en el arco, que muchos chicos de su edad no estén preparados para pensar una jugada, pero bueno, apostamos al futuro.

Fernando Aíta

1 comentario:

  1. Sembraron algo bueno en el pibe. Un equipo que toca es confianza mutua, compañerismo, fortaleza...

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