lunes, 12 de mayo de 2008

Alentar, por Alejandro Güerri

El jueves pasado me crucé con un hincha de River de los que van a la cancha y me dijo:
-Hasta el próximo torneo no puedo ir a alentar a este equipo.
-Mañana voy al trabajo con una nariz de payaso.

Soy hincha de River también. Ayer ganó y la verdad, me chupa un huevo. O hago como que me chupa un huevo. No lo sé. Del ingeniero Pellegrini para acá perdí el interés por la suerte de River y el revival de momias (Gallardo, Passarella, Ortega) me tiene podrido. Me aleja.

Ser hincha es una cosa extraña. Muy pocos tienen memoria de cuándo se hicieron de su equipo. Poquísimos se cambian de club a lo largo de su vida y los que sí, lo hacen de chicos, no de grandes. Porque es difícil abandonar de un saque toda una vida de pertenencia a algo, que sólo mantiene estables el nombre, la camiseta, la cancha y los momentos (felices y de mierda) que uno puede asociar con su equipo.

Años atrás, otro amigo, que se había hecho fanático de Coria, me dijo:
-No voy a alentarlo más. Me di cuenta de que estoy poniendo mucho y él a mí no me alienta nunca.

1 comentario:

  1. Abrís un tema interesante y conflictivo para mi. Algo tengo que hacer con River...

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