miércoles, 18 de febrero de 2009

Ganar o ganar

de Hilario González

El fútbol es un estado de ánimo. River pasó de Campeón a último en sólo seis meses y ahora, por ganar dos partidos seguidos, ya se creen todos los problemas resueltos. Todo porque un gordo camorrero y boca suelta vino a copar la parada. La manga de inservibles que terminaron el torneo pasado, de pronto se esconden detrás del gordo y ponen coraje, al menos, para salir del pozo.

Pero el tema es otro. Me quiero meter en un barrio ajeno y tratar de ver las cosas como si pudiera ser un imparcial investigador de laboratorio.

Este fin de semana Independiente y Racing juegan un clásico aparte, como se dice siempre. En esta coyuntura particular, más que nunca, de los tres resultados posibles, para ambos sólo está permitido uno: GANAR. Obviamente, esto es imposible, para los dos al mismo tiempo. Ambos equipos lo saben. Lo saben los directores técnicos, los dirigentes y los jugadores.

El hincha, cada hincha, no admitirá una derrota de su equipo. La hinchada como suma de hinchas es más intolerante aún. En el perdedor, probablemente echen al técnico, los compañeros se pelearán entre sí, habrá apriete de la hinchada y los dirigentes darán alguna explicación a los sin consuelo, etc. Esto también lo saben los directores técnicos, los dirigentes y los jugadores.

Si tenemos en cuenta el proceso lógico que surge del equilibrio de voluntades contrapuestas, se vislumbra una tendencia silenciosa hacia el empate. Un acuerdo tácito, inconsciente: el miedo a la derrota, individualmente condicionará a cada protagonista y estará presente hasta en el árbitro que no querrá ser el causante de ninguna catástrofe. Habrá empate, entonces.

Por las dudas, abro el paraguas: en el fútbol poco tiene que ver la lógica y sabido es que resulta necio apostar en base a un análisis de este tipo. La pelota es caprichosa y, además, mucho y cada vez más los estados de ánimo son determinantes.

1 comentario:

  1. Que gane el mejor es decir: salvo que algún bruto se equivoque y meta un gol que desacomode todo, pinta un empate espantoso.
    Los jugadores, los técnicos, los dirigentes, los hinchas, el réferi, los líneas y casi todos los involucrados van a estar muy preocupados por no cometer errores...
    Igual en Avellaneda corren las apuestas y en el corazoncito rojo está la ilusión de meterles 3 (promedio de goles en contra de racing) y dejarlos otra vez en zona de promoción...

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