martes, 15 de septiembre de 2009

J. y el campeonato

por Mariano Fiszman

Para J. este campeonato es raro. No sabe bien con que táctica encararlo. Ya probó de ver la tele ocho horas seguidas y le quedaron los ojos picándole y rojos, y al final sufría como falta de equilibrio. Sobre el cuerpo extenso y lacio de esos días sólo quedaron marcadas sus salidas al baño o a la cocina y el registro rápido de las variaciones de la luz que entraba por la ventana en cada uno de esos viajes de veinte pasos: el brillo alegre y femenino del sol de las dos, el turquesa apacible del cielo de las seis (ida con cenicero lleno y vuelta con pava y mate y bolsita de galletas), la oscuridad inevitable del final. Después del último pitazo se metió abajo de la ducha, puso Buscar Jugadas en su cabeza y encontró un archivo flaco y forzado.
Pasó otra fecha, y otra, y otra, y J. fue cambiando de sistema, como un técnico moderno al que no se le dan los resultados. Decidió elegir un partido por día y ver el resto de los goles sueltos, pero los partidos que eligió eran horribles. Volvió al bar pensando que lo que le faltaba era ambiente, pero el bar estaba muerto, los partidos eran igual de malos y esa tele alta le hacía doler de vuelta el cuello. Este fin de semana decidió quedarse y ver pedazos sueltos, diez o quince minutos, un segundo tiempo, un poco de cada uno para hacerse una idea general.
Si a alguien quiere saber qué idea se hizo, J. le dice que el campeonato es cada vez peor, que los jugadores son malísimos, y se enardece como un político mitrista pidiendo que vuelvan a secuestrar los partidos para no tener que verlos. Dice que este fútbol, como algunas mujeres, sólo era atractivo por no poder tenerlo, y que sin el maquillaje, los vestidos y las joyas con que lo adornaban en Fútbol de Primera no calienta a nadie. Y ojo, dice, que el fútbol argentino se muere o mejor dicho lo matan, este es el anteúltimo paso en la solución final y no ir al mundial va a ser el último, y más: que las peleas entre las mujeres que tienen el poder del país sólo son la fachada de un plan de conchas para terminar con nuestro fútbol.
Cuando se calma enciende otro cigarrillo y después de un par de pitadas, como el humo que vuelve a llenarle el pecho, le vuelve el hincha al cuerpo y tira: por lo que vi, el campeón no sale de Velez o Estudiantes, son los únicos que tienen algo y que se la juegan. Y con la autoridad que le dan los pedazos de partidos que vio habla de los uruguayos de Banfield, del cinco de Independiente, del diez de Atlético Tucumán, de los arqueros, de los réferis, de las hinchadas, y mientras traga humo sigue pensando una táctica para el fin de semana que viene.

4 comentarios:

  1. Jué hiena este Jota. Hace visible el sentir desorientado de varón empachado. Y lo del plan de conchas, brillante, brilloso, para mojarse de risa.

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  2. Altísimo de punta a punta. Revelador, mostrando lo oculto que estaba a la vista. No queda otra que coincidir con J. Al final, más allá de todo lo turbio, pinta la pureza del fulbo, a la que se entrega con resignado romanticismo ¿nocierto?

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  3. sobre el ralo pasto verde-amarillento, este Fútbol Vermú es una maravilla. ¡Gracias!

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  4. Iluminador. Una nota visionaria, porque a mí me pasa también ir al club a ver un partido y que esté muerto. Está cada uno en suy casa mirando. (No me anda la tele).
    Este fin de semana, como recurso extremo, me convencieron de volver a los estadios, a ver a mi Rojo contra Vélez... Puro riesgo.

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