viernes, 2 de julio de 2010

Héctor Enrique: "Igual que en el potrero"

MEXICO (Enviados especiales). - "Cuando me pusieron la medalla en el pecho, se me erizó la piel"... Los ojos saltones, el cabello renegrido y mojado, la sonrisa habitual. Alguien le dice que jugando al fútbol es un atrevido. "No, yo juego como lo siento..., siempre igual, por más que el partido sea trascendente y en el estadio haya más de cien mil personas. Lo importante es respetar lo que uno trae desde el potrero"...

Un campeón

Es Héctor Adolfo Enrique, un campeón del mundo. Uno de los silenciosos que subió a la cúspide. En este sector del camarín, repleto camarín, más tranquilo, recordando cada momento de la gloriosa tarde, sigue contando.

"Pensar que hace tres meses yo ni me imaginaba que iba a jugar en la Selección. Y ahora estoy aquí, festejando el título... Por eso, cuando terminó el partido corrí enseguida a abrazar a Carlos (por Bilardo) y le agradecí la confianza que había depositado en mí. Quizá cuando nadie había reparado en mis condiciones o muchos no creían que podía participar en un Mundial".

"Más allá del campeonato, que obviamente es lo más grande que me ocurrió en mi vida futbolística, estoy conforme con mi rendimiento. Fundamentalmente porque no defraudé a los que me apoyaron. Eso me hace sentir muy feliz."

"En ningún momento pensé que podíamos perder el partido, pese al empate circunstancial de los alemanes. Nos descuidamos en dos centros y ellos llegaron a un 2-2 que nadie podía creer. Fijate que en todo el encuentro fuimos superiores y que merecimos haber ganado con mayor holgura. Alemania solamente se dedicó a tirar ollazos. De todos modos, soportamos bien ese impacto y enseguida volvimos a pasar al frente. El campeonato no se nos iba a escapar"...


Tipeado para Un golazo del Clarín del 30 de junio de 1986.

1 comentario:

  1. El Negro es un grande. Ahora, como un diablito negro, susurra los cambios en la oreja izquierda de D10s.

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